Por fin salimos del curro y tras una comida relámpago, despegamos del aeropuerto de Asturias mi primo Alberto y yo despidiéndonos de nuestros Picos que se ven bien nevados desde un montón de kms. asomando sobre el horizonte del mar Cantábrico. Hacemos escala en París y de ahí a Milán donde nos espera Carlos. Nuestro destino es Turín, ciudad en la que estudia su curso de Erasmus y ya es bien sabido que no es casualidad dicha elección estratégica viendo todo lo que lleva allí disfrutado con los Alpes a la puerta de casa. Así que nos sugiere para entrar en materia el primer día, un valle perdido cerca de la frontera franco-italiana (Valgrisenche), que a su vez desemboca en el gigante y famoso valle de Aosta.
Con muy pocas horas de sueño, nos retrasamos y comenzamos el sábado 2 de abril a la hora oficial de ministro (12:00). El objetivo es el pico Arp Vieille (2.963 m.), orientado al sur y con un día calurosamente anormal para esta época. Atravesamos una zona de bosque y al ir ganando altura, el paisaje se abre con infinidad de posibilidades.
Con muy pocas horas de sueño, nos retrasamos y comenzamos el sábado 2 de abril a la hora oficial de ministro (12:00). El objetivo es el pico Arp Vieille (2.963 m.), orientado al sur y con un día calurosamente anormal para esta época. Atravesamos una zona de bosque y al ir ganando altura, el paisaje se abre con infinidad de posibilidades.
Nos tomamos un pequeño respiro en la terraza de una cabaña bien chula situada a capricho. Continuando de nuevo, al poco podemos ver todavía bien lejos la punta blanca del Arp Vieille
La nieve no tiene buena pinta y está blandísima a pesar de estar por encima de 2.400 m., con numerosos aludes de fusión caídos en días anteriores. Para nuestro sufrimiento en la progresión sentimos que con la altitud no mengua el calor. No deja de ser chocante venir a los Alpes para pasar más calor que nuestras travesías por Picos en pleno mayo.
Alcanzando la pala final nos sorprende un pirulo enorme que destaca a lo lejos y después de subir un poco más ya no hay duda de que no puede ser otro que el mismísimo Cervino desde un ángulo poco conocido.
Dejamos los esquíes a 30 m. de la cumbre y con una sudada de tres pares de narices coronamos el Arp Vieille sorprendidos del calor incluso a 3.000 m. Tanto que sin pensarlo hubo despelote general para refrigerar. Desde luego algo insólito para estas latitudes en pleno mes de abril.
Sin embargo el ambiente es alpino 100% tanto mirando a la zona francesa de la Vanoise en segundo plano, como al Grande Rousse, y demás tresmiles.
De la bajada sólo pudimos disfrutar los 300 primeros m. porque los 800 restantes fueron un infierno con nieve podrida sin consistencia, ideal para romperse de todo ya que sin previo aviso te hundías hasta más de la rodilla frenándote en seco.
Alcanzamos a un montón de gente que iba sufriendo bastante más, no acostumbrados a estos patatales, aunque ni siquiera aquí en nuestra Cordillera encontramos algo parecido durante tantos m. de desnivel seguidos.El desgaste bajando fue igual o superior al de subida, por lo que nos consolamos zampando unas buenas pizzas y cervezas en Aosta antes de volver a Turín.
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