De nuevo suena el hilo musical en el refugio de Britania con la canción mañanera a las 5:00 para levantar el personal. Nos arrastramos como siempre los últimos sin prisa porque aunque la idea inicial era la de subir el Alphubel (4207 m.) con su famoso descenso hasta Saas Fee, nos habían comentado que este año están muy escaso de nieves por estos lares y afloraba hielo en su parte superior dejándolo poco esquiable. Por tanto decidimos intentar el Allalinhorn (4046 m.) al que personalmente me apetecía mucho por su estética y ambiente alpino. El día promete de verdad con un sol resplandeciente y ausencia de viento. Retornando de Britannia las vistas al Alphubel, izquierda y el Gran Dom a la derecha, de más de 4.500 m. hacen olvidar el madrugón.
Como el día anterior ya habíamos hecho de propina unos cuantos metros de desnivel de más, nos tomamos el lujo de aprovechar el funicular existente desde la llegada del teleférico que da acceso al refugio de Britannia, para auparnos desde 3.000 a 3.450 m.
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Salimos por fin y tal y como me temía, el Allalinhorn se muestra enorme y desafiante. Este 4000 a pesar de ser muy accesible su aproximación, es otra historia, con seracs colgados y un glaciar con fuerte pendiente y buenas grietas que lo atraviesan de lado a lado.
Acercándonos para entrar en el glaciar dejamos pasar delante un grupo con guía para ver mejor el itinerario que va salvando las grietas.
En el primer repecho aflora hielo del serac que le obliga al guía tallar pequeños escalones con el piolet para facilitar el paso de los clientes, lo cuales pasan con cuchillas pero con no pocos problemas. Visto lo visto, decidimos poner los crampones para evitar malos tragos y vamos alcanzando a los que nos habían adelantado. Llegados a una zona más cómoda nos calzamos de nuevo las tablas y aprovechamos también a encordarnos ya que hay que pasar algún puente de nieve entre grietas.
Vemos la subida restante al Allalinhorn y aunque parece cerca esta vez no nos engañamos y seguimos concentrados en lo nuestro, hasta alcanzar el collado en el que normalmente se dejan los esquíes a 3.850 m. Dicho collado con una cornisa bien afilada ofrece unas vistas de escándalo destacando sobre todo el Cervino por su cara más famosa.
En la orientación que nos encontramos la nieve está aceptable y es posible seguir remontando con los esquíes puestos hasta el siguiente plató al pie de la pala final de cumbre. Sin embargo encontramos algún tramo de hielo que nos obligó a ir asegurando la vuelta-maría de cada uno, porque la exposición era seria sobre los grietones de abajo.
Para entonces, ya había visto bajar de la cumbre un par de esquiadores evitando giros en la primera parte y después más cómodos por la pala siguiente. A priori parecía haber buena nieve transformada por el sol. Llegamos al final del plató al pie del tramo final de la montaña y con un paisaje que mejoraba cada vez más nos tomamos un piscolabis para recargar energías de cara al asalto final.
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Viendo esto, el Allalin ya me había mordido y no pude resistir la tentación de poner los esquíes a la mochila para intentar descender desde la cumbre. Con buena huella, subimos con crampones y piolet llegando uno a uno a la diminuta cumbre en un ambiente volado y espectacular .
Como decía, las vistas mejoraron todavía más si cabe, viendo de una tacada los picos más altos e importantes de los Alpes: Monte Rosa, Cervino, Mt. Blanc, Dom, Junfrau a lo lejos, e incluso hacia el este y muy lejos Los Dolomitas además de una infinidad de picos más...
Iniciando el descenso de esta gran montaña con una salida encaramado por la arista voy completamente concentrado y no me percato que está mi primo Alberto cerca esperando para hacer fotos en un sitio bien precario, cuando en el tramo de más inclinación hago el primer giro clave para encarar la pala pasando tan cerca que casi me lo llevo por delante. Pero lo más sorprendente es que le dió tiempo para disparar la cámara saliendo la mejor foto retratando el momento justo de mayor subidón.
Terminada la pala me reuno con Alberto y Carlos para ya bajar juntos gozando de un fondo de lujo
Sin duda hechizan las formas glaciares de esta montaña tan guapa. Tan bellas como peligrosas. Por si acaso, pasamos pitando los puentes entre grietas...
Continuando este eterno descenso encontramos palas como ésta para deleite del personal, antes de conectar con las civilizadas pistas de la estación de Saas Fee.
Ya en las pistas más altas de la estación, el Allalinhorn sigue bien presente al igual que los seracs. Todavía teníamos que descender sin perdernos en las pistas desde los 3.000 m. hasta el pueblo a 1.800 m.
..y finalmente, tras 2 horas y pico de esquiada llegamos bien cansados y con tiempo veraniego a este particular fondo de la estación sobre un campo de hierba artificial. Con este día tan estupendo de sol pudimos ver en todo su esplendor el gran circo donde se ubica este pueblo tan guapo.
Bajamos en coche a la ciudad de Brig a dormir y aprovechar el regreso del día siguiente a Turín para hacer algo de turismo por los guapos valles suizos y los bucólicos lagos alpinos con un día veraniego. Carlos no se contuvo y para referescarse no dudó en darse un chapuzón a pesar las frías aguas....¡¡chifladuras de la juventud!!
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