Un invierno aciago, de los peores sino el peor por la escasez de nieve y calor anómalo y sólo 3 días mal contados para poder hacer algo de ski-montaña, valieron para no pensarlo y tirar
para adelante sin dudar con la propuesta de Carlos de pasar una semana en Alpes
tras la Semana Santa. Así que para allá me fui con unas previsiones
meteorológicas bien malas con fuertes nevadas sin apenas tregua toda la semana.
Inicialmente así fue cuando llegamos nevando a todo trapo al pueblo de
Sulden (1.950 m) donde hay una estación de ski bien chula que tomaríamos como campo base parte de la semana.
La cara que traían los esquiadores lo decía todo tras una dura jornada de ski lidiando con el temporal. Por nuestra parte nos dedicamos a comprar comida y disfrutar del panorama puramente invernal, confiando que al día siguiente viendo que se preveía una ligera mejora del tiempo aprovecharíamos a "desfogar" algo esquiando en pista.
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Amaneció nevando pero al esperar al forfait de mediodía, fue cuando justo empezó a mejorar el día, permitiéndonos una buena jornada de ski, más que suficiente como para quitar el mono, al mismo tiempo que nos dejaba vislumbrar parcialmente el entorno que pintaba bien guapo.
Tres días más tarde repetiríamos la jugada pero para conocer la parte alta de la estación que se encarama hasta los 3.200 m y donde volvimos a darnos una buena sesión de ski, non-stop trabajando el ejercicio en altura. En esta ocasión, sí pudimos ver todo el paisaje que era realmente precioso rodeados de un circo de montañas que rozan los 4.000 m. , presididos por el Gran Zebru y el Ortler entre otros.
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