Seguimos quitando sinsabores repitiendo rutas de temporadas pasadas que por distintos motivos no pudimos disfrutar como quisiéramos. Esta vez le tocó a La Pasada del Siete, de la cual, por mi parte, de todas las veces que subí sólo una vez la pillé con nieve aceptable, y viendo la racha que llevábamos era una buena oportunidad para resarcirse de una vez. Así que de nuevo nos encontramos con el clásico porteo de los esquíes desde Tuiza Riba camino de la vega del Meicín, encontrando nieve a partir de la portie!!a. El día, y uno ya pierde la cuenta.., se presenta fabuloso y aunque marchó algo de nieve hay suficiente todavía gracias a las fuertes heladas. Con cuchillas todo el tiempo nos dirigimos para subir de frente el valle de Covarrubia.
Alcanzado el punto alto del mismo nos adentramos ya en la zona más agreste de Ubiña rodeados de grandes paredes y agujas.
La pendiente se acentúa al acercarse a la pequeña horcada que forma La Pasada del Siete, y bajo la misma dejamos las tablas para continuar andando 10 m. hasta asomarse al otro lado. Tal y como le comentaba a Alberto, sorprende este lugar por la variedad y a la vez espectaculares vistas que ofrece, a pesar de estar rodeados de las paredes de los picos más altos e importantes del macizo: Peña Ubiña, El Siete y la afilada cresta de Los Portillines a un lado y El Crestón del Pasu Malu y los Fontanes al otro.
Por unos minutos, engolados en esta atalaya al sol, nos sentimos como los rebecos que pululan por estos riscos...El lugar invita a quedarse simplemente para disfrutar.
Pero como siempre el tiempo apremia, y más en esta época donde la sombra corre implacablemente. Y si queríamos pillar la nieve en su punto no había tiempo que perder...
Salir de ahí esquiando con las agujas de Los Portillines a un lado, me recuerda irremediablemente a las famosas agujas del Aiguille du Midi de los Alpes franceses. El ambiente es totalmente alpino. La salida es escopetera y disfrutamos de los primeros giros por la línea de máxima pendiente.
La calidad de la nieve acompaña e incluso nos encontramos con una capina muy fina de nieve fresca caída la noche anterior.
Vamos comiendo metros y metros sin parar, pero la bajada es larga y nos obliga a parar de vez en cuando para coger aliento ya que las condiciones de la nieve nos permitía apurar a tope en cada giro.
Enfilando el valle de Covarrubia, la sombra ya lo cubría casi todo aunque algún cachín de sol pudimos arañar todavía. De todos modos, por suerte la nieve no se había transformado conservando la misma textura. Apuramos hasta el fondo del valle e incluso pudimos dar rienda suelta para soltar freno en la parte final llegando tal y como indicó el GPS a más de 65 km/h, lo cual nos vino muy bien para cruzar toda la vega del Meicín hasta el refugio, sin remar.
El resto del descenso hasta Tuiza no tiene más historia que el típico ski ratonero hasta la portie!!a más 15 minutos andando. Pero eso sí, con muy buen sabor de boca esta vez...
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