mi visión de la montaña

Subir montañas es la osadía convertida en humildad, bajarlas es la osadía convertida en gratitud

sábado, 7 de diciembre de 2013

Llobil Cimero (Valdosín)

Durante la travesía que hicimos la temporada pasada desde el puertu Tarna, hasta La Uña, pasamos por la Sierra de Llobiles descartando a nuestro pesar el Llobil Cimero porque nos iba a retrasar esta larga travesía. Sin embargo, según descendíamos del Picu Llobiles hacia Valdosín, teníamos claro entonces que nos quedaría pendiente una visita a esta interesante montaña. Así que aprovechando la estupenda racha de buen tiempo, volvimos Alberto y yo para verificar nuestras expectativas sobre este monte...


Con la nieve justa pudimos salir con los esquíes puestos desde un poco antes de La Uña (1.200 m.)  siguiendo el camino del puertu La Ventaniella hasta llegar a Valdosín (1.300 m.), desde donde ya podíamos ver claramente el objetivo del día. A partir de ahí y siguiendo el camino más corto, alcanzamos la base de la montaña ganando cota poco a poco y cruzando tres arroyos. Resultó más rápido y sencillo de lo que habíamos previsto, por lo que al poco ya estábamos atravesando el bonito bosque antes de salir a las palas finales.





Con buena pendiente salimos del bosque dejándose atisbar ya la mole de Peña Ten. 


Una vez más nos encontramos con otros que disfrutan tanto de la nieve como nosotros. Desde luego que si los rebecos tuvieran esquíes en las pezuñas mucho iban a disfrutar viendo como se lo pasan ya brincando monte arriba y monte abajo a una velocidad envidiable.




Por nuestra parte, pasín a pasín vamos subiendo más alto y recreándonos con el panorama que ya nos resulta muy familiar después de las expediciones de la temporada pasada. 


Alcanzamos la arista cimera y continuamos cresteando hasta el punto culminante del Llobil Cimero (1.675 m.) obsequiándonos con otro regalo visual hacia el otro lado: media Ponga a nuestros pies...



No éramos los únicos que disfrutábamos de estas vistas tan guapas. Nuestros amigos los rebecos ya habían pasado por la cumbre unos minutos antes. No obstante, había llegado nuestro momento y haciendo honor al nombre de este monte, nos lanzamos como lobos tumba abierta aprovechando cada metro de estas magníficas palas con una nieve planchada impecable.

   
No dábamos crédito a la estupenda nieve que nos encontramos, permitiéndonos todas las florituras posibles. La amplitud y la inclinación de la palas resultaron perfectas para esquiar con giros mayores y más rápidos en medio de un entorno salvaje, típico de La Cordillera. Después de esta primera manga, la pendiente se acentúa y nuestros giros se estrechaban con ella, justo antes de entrar al bosque. 
                                                           
 

Sin casi tiempo para pensar el itinerario a seguir nos introducimos por el bosque con un entretenido y exigente slalon entre fayes....


...y así hasta atravesar todo el bosque y salir a campo abierto hasta el fondo del último reguero que habíamos cruzado. 

Después de comer algo, dejamos atrás esta modesta pero muy gratificante montaña y continuamos en suave descenso hasta Valdosín. Del resto del camino, a base de practicar un poco el esquí de fondo, pudimos retornar en poco tiempo hasta el inicio de ruta. 


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