mi visión de la montaña

Subir montañas es la osadía convertida en humildad, bajarlas es la osadía convertida en gratitud

sábado, 25 de marzo de 2017

Rornestinden

De nuevo madrugón para llevar algo de garantía si es que la hay respecto a la meteo cambiante en estas montañas, pero lo cierto es que el parte preveía sol , pocas nubes y poco viento. No fue fácil decidir a qué montaña subir para gastar un cartucho tan valioso porque había muchos factores a tener en cuenta: al medio día se preveía la entrada de nubes por el Oeste, el nivel de riesgo de aludes no bajaba de 3 y con ojo a las placas de viento formadas los últimos días quedando exentas sólo las laderas SE, la búsqueda de un pico vistoso con buenas panorámicas al mar, etc. Total, que nos decidimos por el que cumplía todos estos requisitos y que teníamos más a mano: el Rørnestinden, el cual pasa desapercibido por la cercanía del gran clásico de la zona que es el Kavringtinden.

Ambos picos están sobre el pueblo de Lyngseidet, desde donde parten todas las rutas de esa zona. El día se presentaba realmente es fabuloso y la luz de la mañana ártica engrandece todavía más el paisaje. Desde el inicio ya podíamos ver muy lejos aún nuestro objetivo. El primer tramo sin pérdida alguna se interna en un guapo bosque de abedules y coníferas, en continuo toboganeo pero siempre con tendencia ascendente.



Alcanzamos la primera skihytta (cabaña-refugio) 325 m ubicada en un lugar privilegiado sobre el fiordo donde no tuvimos más remedio que detenernos para contemplar todo aquello porque como decía, con sol cómo cambiaba la cosa!





Ensimismados, casi no nos dimos cuenta que subían a toda pastilla dos personas que al acercarse y pasar delante de nosotros a velocidad rebequil, quedamos más ensimismados todavía con la boca abierta al comprobar que se trataban de dos señoras en edad de jubilación, sin esquís, sólo con botas de trekking, ni bastones ni nada, subiendo al trote pisando de puntera!!! Algo nunca visto que nos dejó la cara de tontos para un buen rato, viendo la forma de galgar monte arriba por la nieve de aquellas paisanas. Ni para hacerles una foto tuvimos tiempo...






Recuperados del "shock", continuamos hacia la segunda cabaña por zonas venteadas de nieve dura y bastante hielo, abriéndose ante nosotros espectaculares paisajes de picos nevados...


Al poco ya avistábamos la segunda cabaña Rørneshytta (600 m) con la apetitosa palona del Rørnestinden detrás. Esta visión hizo aumentar nuestro ritmo ya que las distancias engañan y todavía quedaba una buena foqueada hasta la cumbre.



Empezaban a pasar nubes provenientes del Oeste que nos puso nerviosos, no vaya a ser que de nuevo nos quedemos con la miel en los labios y encaramos la ascensión dando gas a la larga diagonal que da paso a la cresta final "sufriendo" incluso el calor del sol en este tramo que me recordaba a las travesías primaverales por nuestras montañas.



Casi con más ganas de refrigerar que por otra cosa apreté el ritmo y salí a la refrescante y espectacular cresta con Lyngseidet a nuestros pies 1.000 m más abajo. Desde muy cerca de la cumbre veía salir a Alberto a la cresta que tenía unas cornisas pavorosas y con razón estaba marcado el límite rocoso de la montaña con un enorme jitu


Y por fin en la cumbre del Rørnestinden (1.041 m) más contentos que unas castañuelas quitándonos las espina del día anterior...y qué decir del panorama!...impresionante para un lado y para otro viendo el cruce de fiordos al oeste y los picachos del sector del Istinden, o la costa Este de Lyngen y toda la inmensidad de picos y fiordos en la orilla de enfrente...y encima sin una brizna de viento y con sol a raudales. Sencillamente perfecto y además para nosotros solos ya que por primera vez que recuerde en tierra extranjera fuimos los más madrugadores.




Pero ya una vez bien empachados de paisajes, tocaba lo bueno y para empezar pues qué mejor que una estupenda pala de 400 m. con nieve fresca de la noche, que aunque algo tocada por el sol mantenía una textura polvo, más que de sobra para disfrutar a tope...




...y así comiendo metro a metro pero a veces incluso distraídos "por culpa" del panorama que teníamos en frente descendiendo hacia el mar...




Llegados al final, remontamos un poco para darnos un buen segundo desayuno en la  terraza de la cabaña Rørneshytta  la cual estaba situada en un sitio más espectacular si cabe que la anterior, sin contar que en su interior más que un refugio parecía una vivienda completamente equipada e impoluta.




Nos supo a gloria ese desayuno de lujo disfrutando del sol y las vistas, ya sin prisas y sin el estrés de ir contrarreloj vigilando el tiempo. Después de esta parada continuamos remontando una loma muy suave bajo el Kavringtinden que se mostraba muy castigado por el viento siendo éste el motivo por el cual lo descartamos.


Y de nuevo a bajar que teníamos todavía 700 m de guapo descenso por delante y unas vistas de quitar el hipo.

Más abajo llegando a la primera cabaña nos internábamos por el bosque siendo el tramo más divertido con una nieve polvo perfecta.

En fin, larga esquiada que nos pegamos disfrutando cada giro con plena libertad  para elegir  por donde meterse entre los preciosos bosques de abedules que me hacían sentir como en casa. Y así bajando y bajando dejando al Kavringtinden y al Rørnestinden a nuestras espaldas finalizamos esta jornada tan redonda como gratificante.





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