mi visión de la montaña

Subir montañas es la osadía convertida en humildad, bajarlas es la osadía convertida en gratitud

miércoles, 29 de marzo de 2017

Nordfjellet (Tromso) x 2

Tras de la odisea para retornar a Tromsø, un día antes de lo previsto debido al temporal que estaba cayendo (leer parte final del relato), tal y como nos aconsejaron en el camping nos acercamos a Kroken, población perteneciente la área metropolitana de Tromsø. Las intensas nevadas habían afectado a toda la región, así que  los montes estaban tan recargados que poca opciones había...


Decidimos tirar valle arriba siguiendo las marcas de una ruta que se internaba en un bonito bosque por terreno ondulado comprobando el gran espesor de nieve fresca que también había por esta zona.


El tiempo volvía a empeorar poniéndose de nuevo a nevar con ganas y viendo que por donde transitábamos la pendiente sería demasiado escasa para la vuelta cambiamos el rumbo en busca de unas pistas de la pequeña estación invernal que veíamos a lo lejos.


Habíamos visto una máquina pisando las pistas, por lo que de esa manera evitaríamos abrir huella y de paso no nos perderíamos porque parecía que anochecía de nuevo. Una vez en la pista de ski, avanzamos rápidamente remontando casi a tientas hasta finalizar la pista de esquí.


La pista se acabó pero continuamos hasta alcanzar la cumbre redondeada del Nordfjellet (626 m.). Algo así como el Naranco de Tromsø con la ciudad a los pies. En la cumbre paramos lo justo para preparase para el descenso porque no se paraba de frío allá arriba nevando con viento y la temperatura cayendo en picado a -8ºC. A ciegas, pero con una estupenda nieve polvo comenzamos buscando alguna referencia para evitar la borrachera blanca...


Más abajo cambió el tema totalmente al llegar a la zona boscosa fuera de las pistas donde nuestros ya venerados abedules nos daban las referencias necesarias del relieve, gozando del excelente powder noruego. De nuevo volvían las sensaciones fabulosas de los días anteriores...




Finalizada la fartura de nieve polvo profunda, inevitablemente salíamos a las impecables pistas pisadas por la máquina pero que viniendo de lo anterior eran hasta aburridas...Con regusto amargo comprobábamos como el sol salía de nuevo ahora ya que estábamos abajo. Qué pena no  haber tenido esa visibilidad hacía unos pocos minutos atrás. Resignados continuamos en descenso ratoneando los márgenes de la pista hasta el final. Bajamos hasta la base de la estación de esquí extrañados que no hubiera un alma salvo la máquina pisa-pistas. Aprovechamos que pasaba cerca para preguntar al operario cuándo abrían la estación y nos dijo que a las 15:00, porque es cuando sale la gente del trabajo. 


Y antes de que preguntáramos nada más nos suelta que nos lleva para arriba!!!. Tan de sorpresa nos pilló que yo dudaba si había entendido bien pero que sí, que subiéramos los trastos atrás y nosotros con ellos. Y así escalando por las orugas de la máquina nos acoplamos Alberto y yo arriba detrás de la cabina, dejando a Patri el sitio de dentro del copiloto...


Sin esperar una cosa así y mucho menos en este lugar nos cayó ese regalo del cielo para poder disfrutar de otra bajada del Nordfjellet. Nos agarramos fuertemente como monos a la barra de la cabina porque impresionaba la pendiente de la montaña subidos en ese cacharro. En unos pocos minutos se merendó los más de 500 m  de desnivel. Allí arriba nos dejó este vikingo tan majo al que le dimos nuestras más sinceras gracias. Durante la subida le había comentado a Patri que éramos muy afortunados por ser los primeros en disfrutar de la mayor y mejor nevada de toda la temporada. Así que más se podía pedir?...Teníamos por delante otra estupenda  esquiada con visibilidad esta vez espolvoreando como locos con la ciudad y el mar a nuestros pies.



No tardamos en lanzarnos hacia otra zona boscosa bañándonos literalmente en nieve polvo y disfrutando una vez más del momento con los 5 sentidos...




....finalizando así otra gran jornada de esquí que suponía un buen colofón para terminar nuestras andaduras por estas montañas árticas que tanto nos cautivaron. 


Todavía de camino de vuelta al camping volvió a salir un reluciente sol que nos permitió ver todo el entorno de Tromsø en su plenitud invernal.


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