Varias veces Alberto me comentó esta ruta que había hecho con Guzmán hace unos años y si bien de aquella, el famoso descenso de Las Navariegas tuvieron que realizar buena parte de ello andando, a día de hoy con nuevas máquinas y más pericia en descensos trialeros, la teníamos en la cartera de pendientes. De la misma forma que en aquella ocasión, llevamos dos coches para partir desde el alto del puerto de San Lorenzo (1.349 m.) y finalizar en San Martín de Teverga (460 m.).
Así pues, iniciamos la ruta desde este puerto tan guapo, de nuevo con un día que se prometía caluroso.
Primeras rampas exigentes pero que después se suavizaban manteniendo un ascenso bastante cómodo ganado altura poco a poco sobre la vertiente somedana del puerto.
En poco tiempo entrábamos en los dominios de Piedraxueves (1.550 m.). Famopsa braña con una Venta de tiempos ancestrales que precede a una preciosa pradería para la delicia del ganado que allí pasa la temporada estival en plena libertad.
Atravesamos todo el mayáu siguiendo los vestigios de la calzada romana del Camín de la Mesa, hasta asomarnos al impresionante valle de Saliencia a la altura del Xuegu la Bola (1.623 m.)
Vemos todo lo que nos queda por delante hasta alcanzar el punto más alto de la calzada romana, pero mejor nos centrábamos en la primera bajada que con cierta dificultad nos dejaba en la braña de La Corra (1.600 m.)
Continuamos pasando por el tramo mejor conservado de la calzada, donde impresiona la faraónica e impecable obra romana hace más de 2000 años. Bordillos perfectamente alineados y enlosado donde apenas se nota el bacheo al rodar con la bici...
Avanzamos con sucesivos sube y baja semi-trialeros muy entretenidos gracias al rodar con bicis de doble suspensión que facilitan mucho la progresión. Sobre todo recordando otras ocasiones con bicis sencillas que no nos permitían ciclar ni la mitad que con las bicis actuales. Por otra parte, para completar el disfrute del camino, las vistas panorámicas sobre todo el valle y la Cordillera Cantábrica son espectaculares.
Sin darnos cuenta avanzábamos mucho más deprisa de lo previsto y sólo tuvimos que tirar de la bici echando pie a tierra no más de 100 m. hasta encumbrar otro pequeño collado, La Sedernia (1.642 m.) . Después ya sobre nuestras monturas continuamos en suave pero técnico descenso siempre "sobrevolando" espectacularmente el valle.
Desde luego que todo este recorrido por el Camín Real fue lo más guapo de la jornada ya que te permite disfrutar al mismo tiempo del paisaje y la conducción puramente btt.
Desde luego que todo este recorrido por el Camín Real fue lo más guapo de la jornada ya que te permite disfrutar al mismo tiempo del paisaje y la conducción puramente btt.
Disfrutando como posesos este tramo rápido y técnico alcanzamos las praderas del los Puertos de la Madalena.
Desde allí nos esperaba otra bajada a tumba abierta sobre una mullida pista verde donde bien parecía que íbamos cabalgando sobre la bici más que otra cosa debido a los continuos saltos...Había que aprovechar, que se acababan las bajadas durante un buen rato y nos quedaba remontar todo lo perdido y más.
La primera parte, mirando ya hacia las agrestes tierras teverganas, la pista se deja subir ayudados también por una ligera brisa que nos refresca porque a esas horas se va dejando notar el calor.
Nos vamos cruzando con ganado de primera calidad, llamando la atención la gran cantidad de xatinos culones, que practicaban alpinismo por praos donde un tropezón y acabas rodando hasta San Martín.
Pero no sólo había ganado de categoría, porque al cruzar la portie!!a en el colléu del Muru (1.700 m.) que de nuevo nos mete en Somiedo, nos encontramos un cobrador del peaje que bien parecía más un león que un perro. Magnífico ejemplar de mastín cuyas zarpas eran como mis manos de grandes. Por suerte era muy "noblón" y nos dejó pasar sin "pagar".
Casi llaneando vamos recorriendo otro precioso paraje de Somiedo, como es la braña de La Mesa y su entorno. Qué mejor sitio para hacer un alto en el camino y comer algo...
Tras refrescarnos en ssu estupenda fuente, atravesamos la braña entre teitos y corros, camino ya del punto más alto de la calzada romana.
La pista cede ante el empuje del verde y eso nos dificulta el avance con la bici hasta tal punto que supuso la parte más dura de la jornada....Parecía que las ruedas hicieran el efecto de velcro pegándose a la hierba.
Con gran esfuerzo, a pesar de la suave pendiente, logramos encumbrar y doblar hacia tierras de La Babia pasando el colláu del Muñón (1.794 m.). Nos esperaba un rápido y breve descenso bajo la vigilancia de las Ubiñas y también de dos mastines cuidadores de unas vacas que si nos hicieron pagar peaje. Es decir, tocó, pararse, bajarse de la bici y pasar caminando despacio entre el ganado hasta salir de la zona de seguridad. Con mastines es del todo recomendable proceder de esta manera sino se quiere tener un disgusto muy serio.
El descenso acababa pronto porque nos teníamos que desviar a mano izquierda por una pista ascendente que aumentaba su dureza poco a poco y sobre todo con el sol de León pegándonos duramente...Cuando llegamos a la parte más alta, la pista pone de nuevo rumbo norte pero perdiendo altura, y tras un último repecho muy pindio, ganamos la collá del Refuexu. Desde allí, nos ponernos de nuevo sobre tierras asturianas, bajo la imponente silueta del pico Ferreirúa.
Nos restaba enlazar con el colléu de Las Navariegas (1.750 m.) a través de un peornal muy tupido pero con un sendero que en falso llano se dejaba ciclar muy bien. En pocos minutos ya estábamos sobre el collado con la braña de Las Navariegas y medio Teverga a nuestros pies. Nos tomamos un merecido descanso para comer y comentar el largo y difícil descenso que teníamos por delante.
Curiosamnete en ese lugar tan apartado confluimos con un pequeño pelotón de betetistas que andaban explorando nuevos caminos para organizar una ruta.
En un santiamén ya estábamos rebasando las cabañas y metiéndonos monte abajo por un camino cada vez más cabreado con grandes morrillos que obligaban a esmerarse para no darse un buen trompazo.
Pero lejos de suavizarse el asunto, se ponía cada vez más "divertido" al llegar al tramo medio enlosado donde en algún punto mejor nos bajamos de la bici aunque después nos calentamos y tiramos "da fechu". Pudimos ver entre las mangas que íbamos haciendo, la parte superior de la cascada del Xiblu.
Tras el camino enlosado nos metíamos de lleno al bosque con tramos también difíciles pero guapos, si bien no fueron pocas las ocasiones que nos rifamos una buena castaña, aunque por suerte fuimos librando todos los obstáculos. Ya no abandonaríamos el impresionante bosque del Monte Braniella. Una verdadera jungla que da más carácter aún a esta exigente bajada, que además de difícil es bien larga, tal y como se puede ver al mirar hacia atrás y ver desde dónde veníamos.
El camino parecía tranquilizarse aunque sólo en apariencia ya que al permitir más velocidad las sorpresas venían sin previo aviso.
Finalmente, tras el frenético descenso que nos hizo sudar tanto o más que cuando subíamos, alcanzamos el cruce de caminos, o bien hacia el el Xiblu o bien hacia La Focecha. Nosotros de frente hacia el pueblo ya por pista de tierra con continuos toboganes. Gracias al bosque nos protegíamos de la solana que estaba cayendo porque el calor era tremendo a esas horas.
Llegados a la Focecha (1.080 m.), dimos por concluida la ruta montañera y pasamos al asfalto, con un largo y veloz descenso, primero por carretera local y después por la carretera del puertu Ventana hasta San Martín de Teverga (460 m.)
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