mi visión de la montaña

Subir montañas es la osadía convertida en humildad, bajarlas es la osadía convertida en gratitud

sábado, 20 de junio de 2015

inter-lagos de Somiedo

Al igual que Ponga tiene su tour, había que hacer igualmente otro en Somiedo partiendo de la capital Pola de Somiedo (680 m), y pasando por sus famosos lagos hasta cerrar el anillo otra vez en la Pola. Nada más salir del pueblo nos desviamos Alberto y yo por el camino que va rodeando todo el monte Gurugú, ganando altura rápidamente.


Este camino fue una de las sorpresas más gratas del día. Nos impresionó la bravura y el ambiente solitario y salvaje del paisaje, donde bien parecía que de un momento a otro se nos iba a aparecer un oso o cualquier otro bicho de "gran calibre". 




Se nos hizo más largo de lo esperado alcanzar por fin el punto donde el camino comenzaba a perder altura y nosotros a disfrutar de un guapo descenso. El poco tránsito del lugar ha hecho que la vegetación vaya poco a poco ganando terreno aunque la caja del camino esculpida en roca se mantiene firme y sin ningún problema para rodar.
Tal y como comprobamos habíamos subido bastante y al enfilar el valle de Saliencia, podíamos ver bien que haría falta descender mucho hasta llegar a la cota del río junto a la carretera.



La orografía cada vez más agreste nos mostraba el carácter también más salvaje de Somiedo.... todo un deleite para los ojos y un privilegio de poder disfrutarlo sobre la bici. Y así tras otro tramo pindio de descenso aparecimos junto a la carretera ante la sorpresa de los que pasaban en coche preguntándose supongo, "¿de dónde demonios salen éstos en bici justo en la zona más agreste de les foces?".


Nos tocaba ahora rodar carretera arriba pasando por los distintos pueblos del valle de Saliencia: Veigas, Arbellales, Endriga y finalmente Saliencia (1.110 m,). Esta parte de la etapa fue menos pesada de lo esperado. Sin embargo el sol calentaba ya como cualquier día típico de verano y eso nos preocupaba de cara al puerto de La Farrapona. 


Paramos a descansar y repostar agua en la magnífica fuente del pueblo de Saliencia y tras meternos unas buenas dosis de chocolate y demás productos energéticos reanudamos la marcha....


Que poco tardamos en darnos cuenta en lo mucho que íbamos a sufrir subiendo este puerto a pleno sol. Alberto le tocó la peor parte ya que no rodaba con buenas sensaciones ese día y el puerto no hizo más que agudizar su sufrimiento. La pendiente sin ser nunca excesiva, si es continua y sin descanso durante los últimos 8 km. El sol nos castigaba sin piedad obligándonos a buscar las sombras para hacer los descansos para beber, puesto que nos deshidratábamos por cada metro ascendido.
Poco pudimos disfrutar del precioso paisaje salvo para ver cuánto habíamos avanzado y sobre todo cuánto nos quedaba...


Los kilómetros finales fueron un infierno, si bien las ganas de quitarlos de en medio me separó de Alberto que iba sufriendo su particular via-crucis...hasta que por fin encumbramos este duro puerto de La Farrapona (1.708 m.)



Como balas nos dejamos caer por la pista que lleva al primer lago, con la intención de refrigerar nuestro motor extra-recalentado.


En un santiamén llegábamos junto al lago La Cueva (1.600 m.), cuya visión era como poco refrescante..


Allí aprovechamos para comer, que buena falta nos hacía para recuperar fuerzas porque todavía no habíamos alcanzado el ecuador de la ruta. Frente a nosotros no pasaba desapercibido el color de una primavera todavía en apogeo en estas alturas, mostrando los montes como una paleta de colores dignos del mejor óleo.


Continuamos después acometiendo las cortas pero duras rampas que dan acceso a los otros lagos mientras ganamos a la vez también en vistas panorámicas.



Alcanzada la laguna de La Almagrera (1.700 m.), me adelanté para ver y fotografiar el lago más guapo junto al lago del Valle que no es otro que el lago de La Calabazosa o Negro. La tentación de darse un chapuzón en sus aguas turquesas casi hacía olvidar que todavía estarían demasiado frías en esta época, si bien en Agosto o principios de Septiembre la temperatura.del agua es perfecta. Al mismo tiempo también tenía buenas vistas sobre el tercer lago, El Cerveriz a los pies de los picos Albos.



De vuelta con Alberto nos pusimos rumbo a la enorme Veiga de Camayor. Creo que la alfombra verde continua más grande de Asturias.

Rodar por esta inmensidad ondulada limitada por montes y picos, no recordaba más que a las películas del indios y vaqueros. No en vano estábamos en el "far west asturiano". Un lugar único con ese toque mágico característico de Somiedo...
Por fin podía disfrutarlo con plena visibilidad y bajo un sol radiante. No como la última vez hace muchos años, también con la bici, donde deambulaba entre la niebla intentando no perderme. 


Finalmente alcanzamos el collado de El Borril (1.749 m,) , tras  30 km. de casi continuo ascenso bajo un sol de justicia. Frente a nosotros se abría un nuevo paisaje distinto pero igualmente espectacular: todo el Valle del Lago, enmarcado por montañas somedanas muy conocidas.



Por delante nos quedaba un largo descenso de 14 km. y 1.100 m. de desnivel y como suele ser habitual, una vez puestos en faena se nos borra todo atisbo de cansancio y sufrimiento padecido. Resultó mucho más divertido y ciclable en su primera parte de lo que recordaba aunque obligaba a poner todos los sentidos para pilotar ya que el sendero es estrecho y con una buena caída hacia el valle.




Atisbábamos ya el último y mayor de los lagos, el Lago del Valle, empozado a los pies del Pico Albo y Peña Orniz al igual que se podía contemplar en su totalidad el precioso valle del Lago. Otro gran regalo para la vista...


A medida que se descende el sendero se vuelve más técnico y pedregoso. Resultaba difícil domar los continuos "culeteos" de la bici, mientras barríamos el camino echando alguna que otra piedra monte abajo...





...hasta que alcanzamos la pista que conduce al pueblo de Valle del Lago cambiando el tema radicalmente. Una larga sucesión de tramos con pocas curvas cerradas y algún que otro pequeño tobogán hizo que fuera un descenso vertiginoso, propicio para viciar peligrosamente con la velocidad. 






A esa caña, poco tiempo liquidamos los kilómetros que nos separaban del pueblo parando en el mismo sólo para repostar agua, que buena falta nos hacía con la deshidratación continua que llevábamos arrastrando todo el día.


Tras refrescarnos bien, nos preparamos para la segunda parte, ya que todavía quedaba mucho por bajar. Atravesamos todo el pueblo de Valle del Lago (1.280 m.) tomando antes de salir a la carretera el camino antiguo que baja a el pueblo de El Coto, Superado un corto repecho, el camino vuelve a caer valle abajo para meterse en las profundidades del enorme bosque osero del Monte la Enramada.




El primer tramo de nuevo es de gran velocidad hasta llegar al río Orío el cual hay que cruzar metiendo casi media rueda, aunque ese día poco importaba mojarse más de lo necesario.





Después se tranquiliza la cosa rodando entre el bosque con una pendiente en suave descenso hasta desembocar en la carretera de acceso a El Coto.



De nuevo abandonaríamos la carretera antes del cruce con la general para coger otra caleya estrecha y mucho más "nerviosa" para la bici que se precipita perdiendo altura rápidamente. Con ojo de esquivar todos los morrillos ocultos por la vegetación y la oscuridad del bosque salimos a la carretera principal pero ya a una cota mucho más baja.




El calor se hacía notar mucho en esta zona recogida por lo que agradecimos los dos últimos kilómetros de veloz descenso por la carretera hasta Pola de Somiedo. 

Con La Pola otra vez a la vista, podíamos relajarnos por fin, después de una dura y larga jornada. Además del cansancio no llevamos también la retina bien saturada de los mejores paisajes somedanos.

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