mi visión de la montaña

Subir montañas es la osadía convertida en humildad, bajarlas es la osadía convertida en gratitud

lunes, 19 de mayo de 2014

Monte Rosa (Zermatt - Suiza)

Seguimos en Zermatt con idea de conocer otro lugar emblemático como es el Monte Rosa, que tras el Mt. Blanc, es el macizo que reúne las montañas más altas de los Alpes. Alojados en un albergue con vistas de lujo nos encaminamos con toda la chatarrería hacia la estación para tomar el tren cremallera de Gornergrat



Con un día que amanece otra vez fabuloso sin nubes la subida en el tren hace las delicias de los turistas que fusilan con sus cámaras la imponente figura del Matterhorn. Nosotros nos bajamos en la penúltima parada en Rotenboden (2.815 m.), abandonando el bullicio turístico y sumergiéndonos de nuevo en la soledad de la alta montaña. El recibimiento no puede ser mejor, con toda la plana de picos y glaciares a nuestros pies...


Aunque estamos en la parte final de mayo, bien parece marzo por la cantidad de nieve que hay. Descendemos esquiando unos metros y enlazamos luego ya  a pie el largo camino que desciende a media ladera por la enorme morrena glaciar hasta el fondo del mismo.


A pesar de que sea en continuo descenso el camino se hace algo pesado y por otra parte viendo en frente el refugio a la misma cota fastidia tener que perder esa altura para alcanzar el glaciar. Pero bueno, bien lo podemos dar por bueno si a cambio disfrutamos de un panorama espectacular como éste.


Por fin alcanzado el glaciar podemos esquiar otro poco hasta su parte más baja a 2.600 m. y prepararnos para la remontada final hasta el refugio.


A partir de este punto subimos foqueando sin necesidad de encordarnos puesto que hay mucha nieve y el glaciar se presenta con la mayoría de las grietas tapadas en el camino habitual de acceso al refugio.

La subida no es larga ni difícil en estas condiciones de nieve y sol. Podemos así disfrutar plenamente del entorno fantástico que nos rodea entre la inmensidad del glaciar y los picos con sus enormes seracs increíblemente colgados de sus paredes. Llama la atención sobremanera la impresionante pared norte del Lyskamm que acapara gran parte de las fotografías, compitiendo con el mismísimo Matterhorn. Casi sin darnos cuenta alcanzamos el moderno y lujoso refugio de Monte Rosa (2.795 m.).Cumplimos con el ritual de regalarnos una buena cerveza para saborear mejor todo lo que podemos contemplar....Uno de esos momentos que podría llamarse como "lujo alpino 5 estrellas"


Pasamos la tarde descansando viendo como llegaba la gente de arriba, de haber escalado del Dufoursptize o Punta Dufour en su mayoría. Y ya puestos, pues a practicar mi alemán preguntando a unos casi "paisanos" del Allgäu muy majos, que me dieron todo tipo de detalles sobre las condiciones de allá arriba e incluso me convidaron a probar su arma secreta para reponer fuerzas, como no podía ser otra manera que con un buen licor de petaca...Todo parecía ir sobre ruedas, pero sin embargo nos traía de cabeza los pronósticos del tiempo contradictorios que anunciaban para el día siguiente un empeoramiento cuando se suponía que el peor día iba a ser el de subir al refugio y visto lo visto había resultado ser el mejor....
Toque de diana para desayunar a las 3 am. y un grupo de no más de 10 personas soñolientas nos preparamos para probar suerte con el Dufoursptize (4.634 m.)  unos, y el Nordend (4.609 m.)  otros, entre los que nos incluíamos porque ofrece una esquiada más larga desde los 4.500 m.. Salimos con la noche cerrada nevando, sin viento y una temperatura "suave".


La nieve estaba muy dura y con cuchillas fuimos siguiendo los frontales de los demás a distancia ya que como siempre salimos los últimos con calma, cosa que después agradeceríamos puesto que hay mucho por subir. Poco más de las 5:00 am ya no era necesario el frontal y logramos subir sin tener que poner crampones el primer muro, con algún traspiés por mi parte que me hizo sudar más de lo deseable. Superado éste la pendiente se suaviza y las primeras luces nos dejan vislumbrar el grandioso paraje que estamos atravesando.


Era como retroceder en el tiempo a la Edad de Hielo, rodeados de glaciares, seracs milenarios, etc... Todo un viaje astral que unido a la soledad en la que caminábamos contribuía a sentirse en otro mundo.


Coincidimos en afirmar que era una de las foqueadas que más habíamos disfrutado porque junto al juego de luces del amanecer, el paisaje y la buena aclimatación que teníamos resultaba muy gratificante ir subiendo metros...A unos 3.800 m. alcanzamos una zona de grietas percatándonos de que allií arriba la nevada había dejado de  10 a 20 cm. de nieve polvo estupenda.


Para entonces el tiempo parecía querer mejorar despejando algunas cumbres aunque el cogollo del Monte Rosa seguía tapado por las nubes. Llegando al plató glaciar superior ya atisbamos a un grupo que subía muy despacio y que alcanzamos a los pocos minutos. Paramos junto a ellos a unos 4.100 m. y nos encontramos con  un panorama nada bueno, con el Föhn (viento del sur que trae nubes y ventisca sobre las cumbres) cebándose con el Nordend y el Dufoursptize. 


Esperamos para ver como evolucionaba el tiempo y de paso a que nos diera el sol ya que arreciaba el viento y la ventisca arrastrada por el mismo provocando que la temperatura cayera en picado. Aguantamos como pudimos un buen rato al igual que los grupos que nos precedían, pero lejos de mejorar la situación empeoró. Algunos bajaban y al resto ya no se les veía. Las huellas se borraban rápidamente, así que antes de arriesgar a que nos engullera el nubarrón, decidimos dar media vuelta y aprovechar la excelente nieve sin estrenar con buena visibilidad. Reconozco que me costó recular, puesto que habíamos llegado allí muy frescos , nada cansados y estábamos a menos de dos horas de la cumbre, pero también era verdad que no quería arriesgar y volver a experimentar eso de esquiar por un glaciar a ciegas.


El mal sabor de boca se nos pasó rápido en cuanto empezamos el largo descenso con una nieve polvo excelente. Una gozada esquiar con ese ambientazo y desvirgando palas de nieve sin parar todavía con sol y visibilidad plena que bien se agradecía al pasar por la zona de grietas.


Y así bajando y bajando, esquiamos recreándonos con una nieve perfecta y un telón de fondo de lujo cuyo protagonista no podía ser otro que el Lyskamm.


Tras casi 1000 m. de estupenda esquiada hicimos una pausa para dar tiempo a que el el sol ablandara la nieve de la parte final que todavía estaba bastante helada y también para tomarnos nuestro tiempo en grabar en la retina todo lo que teníamos en frente que no era poco....



Otra tirada más con nieve completamente distinta pero tratable nos alejaba de la amenazante "borrasca alienígena" que se retroalimentaba con el Monte Rosa. 

Por fin ya dábamos vista al refugio y aunque el muro final no estaba en muy buenas condiciones para esquiar lo salvamos lateralmente para aprovechar el filo de la morrena donde la nieve estaba sin tocar y mucho más homogénea.


Últimos giros y otra vez en "casa", no sin antes echar un vistazo hacia atrás corroborando nuestra decisión, puesto que el Föhn se había hecho fuerte y había avanzado descendiendo de cota hasta llegar a nevar débilmente a la altura del refugio.


Habíamos regresado temprano y el resto del día deambulamos solos por el refugio esperando la hora de cenar ya que todo el mundo se había ido porque al día siguiente cerraba el refugio por vacaciones. Nos acordábamos de la gente que seguía arriba con un tiempo cada vez peor y ya de tarde fueron apareciendo. Fuimos preguntando y viendo las caras que traían estaba claro que nada bien, sobre todo en el caso de nuestros compañeros suizos  de mesa que pese a todo, subieron hasta la misma Punta Dufour, arista incluída que ya es tela canela con buen tiempo, pero confesando que lo habían pasado muy mal bajando a tientas por el glaciar reconociendo el gran riesgo que habían corrido... Lo peor es que todavía les quedaba regresar a Zermatt...En fin, una buena paliza después de un día muy duro física y psicológicamente hablando.
Nosotros más comodones, quedamos como los últimos huéspedes de la temporada una noche más.


El día siguiente amaneció también revuelto y ventoso. Desayunamos y pagamos la cara factura, si bien el refugio es de lujo, con buena comida y sin olvidar que estamos en Suiza. Antes de partir echamos un vistazo al libro del edificio donde encontramos una foto aérea del Monte Rosa donde se podía ver perfectamente el itinerario realizado y sus 2 cumbres pricipales.


El descenso desde el refugio hasta el glaciar resultó lo más delicado de estos días debido a la nieve helada y a la fuerte pendiente para descender por la morrena. De hecho Carlos tuvo que bajarla con crampones ya que el split-board no es muy seguro en este tipo de terrenos. Pasado este tramo, continuamos ya juntos sin contratiempos hasta donde confluyen todos los glaciares. Impresionante las dimensiones de esta gran planicie helada en la que somos como dos hormigas diminutas entre un mar de hielo.


Siguiendo la tónica de los últimos días, el tiempo parece tomarnos el pelo porque tiende a mejorar despejándose de nubes todas las cumbres...Preferimos no mirar mucho atrás y nos centramos en el camino de vuelta. Carlos está animado en probar el camino de verano por la larga escalinata que supera los muros finales de la gran morrena. Yo sin tanto ánimo, continuo hasta apurar donde la nieve se acaba.




Nos juntamos de nuevo en el largo camino que en suave ascenso nos dejaría en Rotenboden. Durante el trayecto oímos hacia las laderas norte el tronador ruido de desprendimientos de seracs que nos ponen los pelos de punta. El camino se hace  menos pesado de lo previsto entretenidos con las estupendas vistas y un helicóptero que nos sobrevuela en busca de los guardas del refugio.


Después de algo menos de una hora de pateo, volvemos a calzar las tablas a la altura de la parada del tren en Rotenboden (2.815 m.). Nos despedimos con sabor agridulce del Monte Rosa que se muestra espléndido y nos disponemos a saborear la esquiada por las pistas de ski de Zermatt. 


A pesar del calor pillamos la nieve en su punto (firn) y hasta llegar a Riffelberg (2.582 m.) lo disfrutamos a tope con todo para nosotros solos y como siempre con la compañía  de lujo del Matterhorn.


Todavía había nieve suficiente como para bajar esquiando hasta la siguiente parada del tren en Riffelalp (2.222 m.), aunque debido a unas obras tuvimos que caminar un rato ya que habían limpiado la nieve de la pista para subir la maquinaria. Después donde la pista se ensanchaba volvimos a esquiar optando yo en esta ocasión por un camino improvisado cerca de la via del tren que tras atravesar un bonito bosque me dejaba al pie de la estación.

Minutos después apareció Carlos y cogimos el tren de Gornergrat  no sin antes ser acribillados a fotos por los turistas apostados en las ventanas...supongo que daríamos un toque más alpino al paisaje. Finalizaba asi nuestro periplo por esta zona de los Alpes suizos a la que habrá que volver...

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