El día anterior por el Aramo y en
pleno temporal, pudimos catar por fin nieve polvo, aunque a tientas, debido a
la nevada que no dio tregua y sobre todo a la niebla persistente. Por eso, con
el veneno ya metido en sangre, a pesar que el día siguiente no pintaba bien, un
vistazo a las webcam, hizo que preparara los bártulos muy tarde al mediodía porque
algo me decía que no perdiera la oportunidad de probar suerte….
Me vino a la mente el Valle las
Mollás, que subí en una ocasión con raquetas de nieve y que efectivamente tenía
buena pinta para esquiar tal y como dice el libro de Adrados. Además con nivel
3 de avalanchas, mejor optar por zonas de pendiente suave como es este valle.
Ya era tarde cuando llegué con un llenazo de gente tremendo y un sol radiante
sobre un mar de nubes. Salí más tarde todavía al tener que palear nieve para
aparcar la furgo cerca del cruce para Tuiza Riba porque la carretera presentaba
un gran planchón de hielo en la rampa inicial. Así que tuve que salir foqueando
desde allí (1.100 m) alcanzando rápidamente el pueblo que estaba de postal con
la nevada reciente.
Tiempo hacía que no atravesaba
Tuiza Riba con los esquís puestos, disfrutando del paisaje alpino espectacular
que brindan Las Ubiñas con nieve.
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Abandoné pronto el camino de invierno hacia el refugio del Meicín, para dirigirme a Las Cabanas en plena soledad con la única compañía de las huellas recientes de un lobo…
Pasada la braña, el paisaje
engrandecía con el mar de nubes jugueteando hacia arriba y hacia abajo.
Solamente pensaba que menos mal que me había decidido venir, si bien arrastraba
una buena sudada al ir abriendo huella y a contrarreloj por las horas que eran… |
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El viento helado que allí soplaba
no invitaba a quedarse y tras sacar un par de fotos me resguardé detrás de un
roca mientras veía un rebeco enterrado correr monte arriba al galope.
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El desgaste que arrastraba me
recordaba la necesidad de reponer fuerzas, durándome el bocadillo un suspiro. A
continuación inicié el descenso por los Puertos de Cerreos, culebreando para ir
enlazando las lenguas de nieve reciente entre campos de hielo. Más abajo
entrando en el Valle de las Mollás, al estar más resguardado, mantenía nieve
polvo reciente muy buena que me permitió recrearme esquiando a placer al mismo
tiempo que disfrutando de este rincón salvaje de Las Ubiñas.
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