mi visión de la montaña

Subir montañas es la osadía convertida en humildad, bajarlas es la osadía convertida en gratitud

sábado, 18 de diciembre de 2021

Espolón SW de Peña Ten y Peña las Corvas

 

Con un inicio de temporada prometedor a finales de noviembre en el Cellón (puertu Payares) y luego en diciembre, un buen doblete con La Peña L'Vientu y Picu Cascayón (puertu San Isidro), era hora de repasar, visitando zonas que hacía tiempo no íbamos. Y es que entorno a Peña Ten hay muchas posibilidades que nos depararon siempre grandes jornadas de puro ski de montaña. Así que una vez más, cerca del pueblo de La Uña (1.250 m), comenzamos la ruta con unos fresquinos -6ºC,
 acompañado de una buena banda: Patri, Jorge, Damián y su primo Diego que lo trajo "engañado", para probar esto de subir montañas durante horas para luego bajarlas esquiando en un santiamén...
El primer tramo hasta alcanzar las guapas vegas de Valdosín  (1.300 m), fue bastante tedioso por el continuo quita y pon de los esquíes, debido a la interrupción de la nieve por los numerosos regueros que atravesaban el camino.




Allí paramos un rato dilucidando para dónde tirar... Pileñes, Llobiles, Ten?. Finalmente viendo el tema de ríos y regueros que no se veían tapados optamos por probar por la vertiente oeste de Peña Ten, ya que era la que más a mano nos quedaba y sin ningún cauce que cruzar.




Fue entonces cuando Jorge divisó en frente de nosotros, a no más de 200 m, un lobo que caminaba tranquilamente por la nieve. Al momento se detuvo al localizarnos y se produjo un contacto visual que nos prestó un montón, percatándonos al mismo tiempo del gran tamaño del ejemplar. Una pena que en cuanto se dejaron oír a otros esquiadores que se acercaban a nuestra posición, dio por finalizada su curiosidad y desapareció rápidamente hacia tierras de Ponga, sin que nos diera tiempo a poder fotografiarlo.


Después de asimilar esta experiencia tan guapa de la naturaleza salvaje invernal, continuamos hasta arrimarnos a las faldas de Peña Ten. Viendo el estado de la nieve un tanto degradada y restos de un alud, optamos por acabar rodeando la montaña y acometer su ascensión por el gran circo sur. Una enorme pala de 600 m de desnivel directos que ya recordaba larga y dura de la última vez con Alberto.




Con una buena dosis de paciencia y sudor a partes iguales, encaramos la larga pendiente que se nos acabó haciendo eterna, si bien lo compensaban las estupendas vistas hacia Los Mampodres, el Espigüete y las cumbres del puertu San Isidro en la lejanía.





Por fin, a la cota 2.000 m alcanzamos el circo superior cerrado por las crestas rocosas y cimeras de la montaña. Desde allí, ya había una buena esquiada por delante pero un rastro de antiguas huellas que se encaramaban al espolón SW del circo, atrajeron mi atención. Así que para allí me dirigí, a pesar del aumento palpable de la inclinación que obligaba a un esfuerzo extra pero que intuía que iba a merecer la pena, como así fue...




Y es que al asomarse hacia la vertiente E, se vislumbraban fabulosas vistas de Los Picos de Europa. Pero no acababa allí la cosa, puesto que continuaba unos metros más arriba hasta alcanzar el filo de la arista que se une transversalmente a la cresta principal de Peña Ten.



Desde aquella atalaya a 2.080 m, se divisaba cercana la cumbre y la numerosas personas que allí estaban. Sin embargo allí estaba yo sólo disfrutando de las bellas panorámicas mientras aparecían Jorge y Patri que también habían decidido probar suerte. 


Con lo que teníamos a nuestros pies, fue suficiente para dejar la cumbre para otra ocasión y aprovechar el punto óptimo que presentaba la nieve y el fantástico descenso que se preveía...




Y desde luego no decepcionó. Una esquiada con gran ambientazo, gran pendiente y gran nieve tipo firn en perfectas condiciones que hizo que lo gozáramos plenamente. No se podía pedir más, la verdad.
Hicimos una parada intermedia para reagruparnos todos y continuamos como posesos hasta que el fuego en las piernas nos obligaba a parar...





Otro par de tiradas más, y llegábamos abajo con un recalentamiento muscular de piernas comparable sólo con el subidón por esta magnífica esquiada. Volvimos a poner pieles a las tablas, una vez aprobada mi propuesta de realizar un último esfuerzo y remontar hasta la cercana Peña las Corvas (1.800 m), Con ello, podríamos disfrutar de otra gran esquiada y también de un trayecto más directo de vuelta al coche.




Los 200 m de desnivel cómodos a salvar hasta la redondeada cumbre, se hicieron notar en las piernas aunque las perspectivas que se presentaban desde allí ayudaban a olvidarse del cansancio del día y sobre todo al disfrutar del panorama dando buena cuenta del bocadillo.





De nuevo zafarrancho de combate y para abajo que nos lanzamos por las buenas pendientes de la ladera sur de la montaña, que terminó por dejarnos las piernas al rojo vivo debido a las pequeñas ondulaciones del manto, sin que ello fuera obstáculo para ir escopetados.





Ya en el fondo del valle, el resto no fue más que continuar la pista descendente que lleva hasta cerca de La Uña y luego tras apurar la nieve al máximo, un corto porteo hasta el coche, cerrando así una guapa y completa jornada de esquí de montaña.





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