mi visión de la montaña

Subir montañas es la osadía convertida en humildad, bajarlas es la osadía convertida en gratitud

lunes, 22 de marzo de 2021

Picu L'Eyu

A principios de mes fuimos buscando nuevas opciones de las múltiples posibilidades que tiene la Sierra L'Eyu , aprovechando que el entorno del puertu San Isidro es el que aguanta mejor la nieve en periodos de escasez como el que padecemos ahora.

Quedamos Patri, Jorge, Alberto y yo en La Raya (1.520 m), para iniciar ruta por las pistas de ski de Fuentes de Invierno que abandonamos al poco para rodear por el norte Peña Blanca hasta asomar a este circo tan guapo y alpino que cierran las cumbres de los picos la Llomba y L'Eyu. Al pie del circo, nos decidimos por subir directos al collado de enfrente que era el que a priori mejores condiciones presentaba.



 

Sin embargo, a medida que ascendíamos con crampones la pindia ladera, la nieve empeoraba porque a pesar de su orientación NE estaba blanda y sin cohesión.


Una vez arriba (1.881 m), para no tentar a la suerte, teniendo en cuenta que éramos 4 para bajar por ahí y viendo lo ocurrido por Ubiña, optamos por dejarlo para otra ocasión y buscarnos la vida para bajar al Valle de Riopinos. Para ello tendríamos que crestear por el filo de la Sierra L'Eyu poniendo cuidado en algún paso con un ambiente plenamente alpino



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La cosa se complicaba para acceder al otro lado del espolón rocoso ya que rodearlo por los corredores al norte con esa nieve estaba descartado y la otra opción de trepar por la cresta tampoco animó a mis compañeros. Así que nos decidimos a probar suerte por una lengua de nieve que no se veía si tenía continuidad...Al menos, la nieve nos sorprendió para bien y llegamos a la zona donde lo aparentemente imposible de esquiar entre el piornal, logramos ir enlazando tras algún tramo de "piorning-ski" con otras lenguas que nos dejaron al pie del aparcamiento de Riopinos (1.660 m).




Del resto, no tuvo más historia que remontar e valle saliendo al collado del Tubo (1.916 m) y bajar por las pistas de ski hasta La Raya.
Tres semanas después, tras un periodo de días fríos con alguna nevada débil, repetimos Alberto y yo con la esperanza de encontrarnos con un panorama más favorable en un día bien guapo típico de marzo.


De igual modo que la otra vez subimos derechos al collado, comprobando que la nieve aparentaba mejores condiciones...


Y ya puestos, pues apuramos  hasta donde la nieve continuaba a escasos metros de la cumbre del Picu L'Eyu (1.943 m). 


Sin más dilación nos preparamos e iniciamos el descenso hasta el collado con buenas sensaciones con la calidad de la nieve. Desde allí, de cabeza para abajo sin pensarlo dos veces...



Buena pendiente, buena nieve  en general y sol. La combinación suficiente para querer repetir. Pero esta vez subiríamos por la canal de al lado, a ver que tal estaba porque tenía también muy buena estética. De nuevo con crampones y piolet, comprobamos a nuestro pesar que la nieve continuaba demasiado helada en su parte intermedia y final.


Una vez arriba no nos quedaba otra que crestear y volver al collado de antes mientras se nos habrían buenos horizontes hacia el puertu Vegará


De nuevo en la parrilla de salida y el cuestorrrón a nuestros pies. Conociéndonos, se nos antojaba un descenso más cañero. Efectivamente, agarramos la pendiente con ganas pero la nieve había endurecido algo debido al cambio del ángulo del sol y así nos embalamos de tal forma parar hasta abajo del todo (1.730 m)




Disfrutamos una buena manga bajo el crono y con buen sabor de boca a pesar de los cambios en la nieve.  De vuelta, remontamos hasta alcanzar un colladín de la zona Entexerras (1.850 m) para ganar altura y evitar el tramo de faldeo por donde habíamos venido. Nos despedíamos así de este circo tan guapo al que seguro volveremos.


En el comienzo del descenso, nos sorprendió un planchón xelau y pulido que no admitía nada más que escapar rápidamente hasta llegar a las islas de nieve fresca. Fuimos enlazando todas ellas hasta conectar con el camino de vuelta no sin agarrar una buena sudada en las inevitables remadas que por fin nos dejaban en un descenso continuo hasta La Raya.




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