mi visión de la montaña

Subir montañas es la osadía convertida en humildad, bajarlas es la osadía convertida en gratitud

viernes, 12 de octubre de 2018

Los Porros de Vizcalluenga


Para ir entonando después del verano esperaba esta época otoñal de la Seronda con días claros para conocer esta zona de pre-Picos y disfrutar del mejor mirador sobre el cañón del río Dobra y sus aledaños. Como la ruta de acercamiento tiene un largo trayecto por pista pensé que mejor optar por una mixta de bici-pateo y así tener un buen incentivo a la vuelta...
Aparcamos a las afueras de Cangues d'Onís ( 67 m)  a una hora como para ir ya de vermout. El día festivo y soleado con calor ya que tiraba el viento del  SW,  l'aire de les castañes,  ayudó a que la villa rebosase de gente. Sin embargo, al encarar las cuestas una vez pasado el cementerio la soledad fue plena.


La pista gana altura rápidamente y a pesar de ir en sombra y poner pie a tierra en las rampas más duras para ir ahorrando gasolina, la sudada que agarramos en poco tiempo fue pistonuda. Tanto que Damián se pasó al atuendo "playero".


Rebasada la parte más dura cambiábamos de vertiente hasta alcanzar la cuerda del cordal con estupendas vistas de la cuenca del río Sella


Este tramo es muy prestoso porque en falso llano y con pocos repechos te permite ciclar cómodamente pudiendo observar a su vez los cambios de vertientes y de paisajes antes de llegar al pueblín de Seguëncu (520 m)


Atravesamos el pueblo rápidamente y continuamos siguiendo el mismo GR-105 (Camín Real a Covadonga) que tomamos desde Cangues d'Onís, pasando por  mayáos muy guapos como La Vara (645 m)


El ascenso por buena pista sigue siendo suave y muy llevadero. Perfecto para ir disfrutando del trayecto y de las vistas que empezaban a ser fabulosas destacando los Picos del  Cornión asomando al fondo.



Tras un breve descenso llegábamos a otro cruce de pistas donde se encuentran las majadas de Payares (650 m)


A partir de aquí, la pista continúa entre toboganes con tendencia clara ascendente cambiando de nuevo la vertiente. Esta vez hacia las agrestes tierras de Ponga y Amieva. A la altura de las majadas Seriz y Mosquín nos topamos con una estratégica fuente que más bien parecía un herbolario, perfecta para descansar y recargar agua.


Más adelante nos encontramos otro cruce tomando la pista arreglada hacia la izquierda. Comienza con un repecho duro pero corto, para después volver a llanear hasta alcanzar la majada de Niajuentes (720 m).


En este punto abandonamos el GR-105 tomando un sendero a mano derecha que desciende ligeramente hasta la majada de Jucárabu (700 m) que es donde dejamos las bicis y continuamos andando.


El sendero está marcado pero también transitado por el ganado,lo que hace despistarnos teniendo que recular un par de veces  para coger el rumbo correcto. También la maleza que avanza implacable dificulta más esta parte inicial que nos obsequia con una buena colección de tatuajes en sangre por las piernas.


Ascendiendo poco a poco llegamos a zonas más despejadas y al doblar un canto característico con unes  fayes damos vista a lo lejos y bien abajo a la idílica Olla de San Vicente del Río Dobra


Solo nos restaba continuar subiendo por el fondo de una vallina que desemboca en el collado previo al primer Porro de VIzcalluenga, desplegándose ante nosotros un paisaje apabullante...


Llegamos así a la cumbre del Porro de VIzcalluenga (935 m) más saliente y con mejores vistas sobre los desventíos del cañón del Dobra


Con una caída espectacular y vertical sobre el Dobra de casi 800 m,  la bravura de este paisaje remado con las Peñas Santas del Cornión bien le vale la fama como uno de los mejores miradores de Picos.


Los cañones del río Dobra y sus afluentes Junjumia y Pomperi forman sin duda el paraje más salvaje de los Picos de Europa que guardan rincones que son auténticas joyas como ésta por ejemplo, que visité en verano tras un chapuzón en el Edén de la Olla San Vicente


Al resguardo del ventarrón que soplaba arriba nos tomamos un tiempo para comer y dedicarse sencillamente a contemplar todo aquello, puesto que hay mucho para donde mirar.




En fin, una vez más nos dimos un buen homenaje visual de panorámicas allá arriba resumido en esta imagen


Después sin prisa, descendimos hasta donde teníamos las bicis esperando y pensando en el goce del rápido y cómodo retorno de 700 m de desnivel de descenso. Primero por pista a ritmo alegre y después por la carretera de Següencu ya que se nos había hecho algo tarde. Que por cierto, todo un acierto porque quién quiere una videoconsola pudiendo darse un buen chute de adrenalina por carreteras tan entretenidas...

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