Escapando de las nieblas me fui a realizar otra de las rutas pendientes. Esta vez hacia tierras austriacas de Vorarlberg, lugar que ya había visitado un par de veces la temporada pasada con mala suerte en lo que respecta a la calidad de la nieve. Sin embargo, en lo que llevamos de este año, parece que las temperaturas y las precipitaciones de nieve fueron normales, por lo que esperaba encontrarme con un panorama diferente. Partiendo desde el último parking del pueblo de Mittelberg, repito el camino del año pasado hacia el Elferkopf pero por la otra vertiente arrimándome al Kleiner Widderstein.
Como recordaba el camino atravesando el bosque es muy cómodo con una pendiente muy suave. Al llegar a terreno más abierto se dejaba notar bien la presencia del Großer Widderstein, que también subí el invierno pasado y que desde aquí se ve inaccesible.
A partir de este punto se acababan las comodidades ya que tocaba remontar los casi 800 m. directos hasta el Karlstor, siempre bajo la viligilancia del Großer Widderstein.
A bajo el sol ya pegaba bien pero la nieve aguantaba todavía el tipo. Un gran alud ya caído hace tiempo había barrido por completo la parte baja por lo que no hubo más remedio que atravesarlo para arrimarse a los paredones del Großer Widderstein y continuar remontando hacia el estrecho collado del Karlstor que se abre entre el Großer y el Kleiner Widderstein.
Como suele pasar en estos casos en los que se ve el objetivo desde lejos, las distancias engañan y siempre está más lejos y más alto de lo pensado, aunque con la huella hecha reconozco que no se me hizo pesada la subida. Iba entretenido observando como cambiaba la nieve a la sombra y también la temperatura, pasando de ir bien cocido a una auténtica nevera. Por fin arriba, no estaba para parase mucho porque estaba bien frío. Tanto que en los últimos metros como tuve que ir a pie con las tablas en la mano, se me quedaron totalmente congelados dos dedos de la mano derecha...
Las vistas al otro lado dejaban ver el otro acceso a este collado del Karlstor (2.110 m.) y la cumbre del Großer Widderstein. Pude ver también como dos esquiadores remontaban las últimas rampas, aunque les quedaba todavía un buen rodeo para alcanzar mi posición. Entre tanto continué con los preparativos previos e incluso hice alguna foto más, si bien me costó debido a que mis dedos de la mano derecha eran ya como la madera.
Hacia el lado por donde había subido se podía ver perfectamente la la larga bajada del Elferkopf, a la izquierda y también la que me esperaba ahora.
Como el manco de Lepanto, con una mano insensible como la escayola me lancé en busca de la mejor nieve posible y vaya sorpresa cuando veo que la nevera del Großer Widderstein guarda todavía nieve polvo.
Aunque había ya muchas huellas, todavía había espacio virgen que espolvorear, resultando un gran descenso hasta la mitad de la canal. Más abajo con la temperatura menos fría la nieve ya estaba bastante peor pero sin llegar a ser mala. Mis dedos igualmente despertaron con las consiguientes "cosquillas" que ello supone.
Comiendo metros y metros para evitar el patatal que había provocado el alud busqué una alternativa entre un bosquete de abedules que se habían salvado de la "quema" con lo que además de práctico resultó divertido. Volví a atravesar el alud en busca de las rampas finales que a pesar de estar varias horas al sol, la nieve primavera era muy aceptable.
Una parada junto a una de las siempre presentes Hütten para comer algo que ya pedían paso los rugidos de las tripas, y a terminar la ruta por el camino del bosque que en muy pocos minutos de rápido descenso me dejaban en el punto de partida.
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