mi visión de la montaña

Subir montañas es la osadía convertida en humildad, bajarlas es la osadía convertida en gratitud

domingo, 5 de octubre de 2014

Espineres (Sueve)


Tiempu de seronda, es decir, el otoño ya está aquí y con ello sin duda una de las mejores épocas del año para salir al monte. Después de alguna que otra salida corta con la bici, intercalándola con la otra afición acuática, quedé con Patri y Alberto para subir a Espineres, ya que a pesar de haber ido allí varias veces andando, faltaba probarlo en bici...Como la ruta es corta se me ocurrió alargarla, partiendo de más abajo en Borines (179 m.)  por la carreterina que lleva al alto La Llama ( 420 m) y después volver para bajar, pues caleyando por el monte.


Tras el cómodo ascenso por asfalto hasta el alto La Llama, la cosa cambia radicalmente cuando tomamos la pista que asciende a Espineres. Las rampas iniciales obligaban a poner ritmo de Pascualín, metiendo casi todo el desarrollo, sino todo...



Por fin, la pendiente nos daba un respiro tras un kilómetro muy duro. Salimos del bosque y el panorama se abre con fabulosas vistas hacia la costa. Arriba y lejos ya podíamos ver hasta donde había que subir, pero mejor era distraerse con el paisaje tan guapo que se divisaba.
Continuamos con un mini descenso para después comenzar ya la subida continua hasta el final. El buen firme de la pista permitía coger un ritmo lento pero relativamente cómodo, teniendo en cuenta el desnivel a salvar en poco tiempo. Además con semejantes vistas y con un día tan guapo no había mejor excusa parar parar de vez en cuando a fotografiar.



Como ya recordaba de otras veces, a pesar de la aparente lejanía, se sube mucho más rápido de lo previsto y aunque hay que superar dos repechos muy duros en la parte final, el ascenso no resultó ser tan castigador como otras veces.



Con el día tan guapo, típico de otoño, muy nítido, se podía observar perfectamente, lugares lejanos como el puerto de Gijón, la ría de Villaviciosa o hasta el oleaje de la playa La Griega.




Una vez arriba, tras una sucesión de toboganes llegamos al famoso mayáu de Espineres (840 m.), lugar donde se marcan a los caballos salvajes Asturcones en una fiesta muy guapa.




















Sin embargo optamos por subir un poco más hacia el límite sur de la Sierra del Sueve en busca de mejores vistas y al sol, puesto que estaba bastante fresco arriba.



Apuramos lo que pudimos y finalmente nos encaramamos en un peñasco a 910 m. para comer al abrigo del viento fresco del mar y de paso disfrutar de una panorámica completa de la parte alta del Sueve, destacando sus dos cumbres más altas: Miruellu y Pienzu.


Lástima de nubes que no nos permitían divisar los cercanos Picos de Europa y el resto de La Cordillera, pero al menos los Asturcones se dejaron ver.


Tocaba ya iniciar el descenso por las plácidas camperetas del entorno de Espineres, en medio de un paisaje con una belleza muy particular que sólo se encuentra en sitios como el Cuera, Aramo, la Madalena o Sobia.


Conectando de nuevo con la pista vamos bajando rápidamente pero usando los pequeños atajos para hacer más entretenido el descenso.


Antes de continuar por la parte final de la pista nos desviamos por otra que nos debería llevar a través de otros múltiples caminos hasta el punto de inicio.



Ésta fue una ardua tarea, porque con la cantidad de cruces y caleyas de toda índole que nos fuimos encontrando sumergidos entre espesos bosques, tuvimos que echar mano del GPS para orientarnos.


A cambio, descubrimos rincones preciosos por caminos y senderos de uso rural muy antiguos, resultando muy entretenido para la bici con tramos bastante trialeros y técnicos, pero en su justa medida.


Sólo tuvimos que recular una vez para coger el camino correcto y poco a poco fuimos perdiendo altura enlazando zonas de pasto con ganado, sus cabañas y sus cuadras.



Y como decía, todo ello ciclable. Por lo que sin quererlo descubrimos una ruta bien completa para bajar desde Espineres en bici.


Finalmente acabamos en el pueblo de Sieres y de ahí ya por carretera acabamos de nuevo justo en el punto de partida en Borines, junto a una de las muchas casonas y palacetes tan guapos que hay por esta zona que bien merece una visita por si sola.



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