Como dicen en Onís: cuando te llama la Peña, o lo que es lo mismo, cuando la caliza te llama es inevitable acudir a la llamada y más en mi caso después de un año sin pisar Los Picos. Había hecho un intento fallido la semana anterior debido a unas obras en la carretera de Los Lagos que la mantuvieron cortada por las tardes-noches. Sin embargo sabiendo que estas obras estaban a punto de finalizar durante el transcurso de estos días, poco me hizo falta para convencer a Damián a embarcarse en una escapada exprés hacia la Peña Santa, que tantos años llevaba debiéndole un visita desde la primera vez. A su vez quizás le costó menos a Damián convencer a Toño para completar la cordada, por lo que para allá que nos fuimos ya muy tarde con el fin de avanzar hacia arriba todo lo posible aunque nos cogiera la noche.
El día pintaba muy feo con el borrín bien anclado en los montes y bastante antes de pasar junto a Vegarredonda (1.410 m.), ya íbamos sumergidos entre tinieblas con las últimas luces del día. Al llegar al refugio viejo para repostar agua, la negrura de la noche nos obligaba a poner los frontales aunque con la niebla y el orbayu poco se podía ver...Unos franceses allí acampados sorprendidos por ver gente a esas horas nos preguntaron más sorprendidos aún hacia donde íbamos con una noche así, pero para algo tiene que valer "jugar" en casa siempre y cuando el camino se pueda seguir tratándose de Picos.
Seguimos pues subiendo La Llampa Cimera y después nos desviamos hasta alcanzar por fin el collado La Fragua (1.800 m.) a eso de las 0:00 horas. Descendimos unos metros y encontramos nuestro hotel a cubierto de la lluvia y la niebla donde sólo parecía estar a gusto con este tiempo esta preciosa sacabera (salamandra).
Después una noche durmiendo como los pioneros al pie de un ventisquero, nos fuimos desperezando sin prisas viendo que el tiempo iba a tardar en mejorar. A pesar de la fría noche, rondando los 5ºC, dormimos a gusto y tras un desayuno espartano acorde con el lugar dejamos algunas cosas para la vuelta y nos llevamos lo imprescindible.
El día se presentaba con un viento nordés NE frío como los demonios, como si estuviéramos a últimos de septiembre antes de las primeras nevadas. Sin embargo uno no deja de sorprenderse de la rapidez con que cambia la meteorología en estas montañas y en cuestión de minutos pasamos de un cielo con nubarrones grises amenazantes a un cielo azul espléndido, si bien la temperatura no cambiaba y seguía baja.
Subimos cómodamente a través de Les Barrastroses hasta alcanzar el Jou de los Asturianos (2.041 m.), donde se nos brindaba la imponente vista de la muralla norte de Peña Santa y la no menos espectacular Boca del Jou Santu (2.096 m. ) desde la cual se ve toda la cohorte de cumbres a cual más guapa.
Pero también Los Urrieles (Macizo Central) querían dejarse notar entre las nubes con la inconfundible silueta del Torrecerredo, para completar así la sensación de sentir a Los Picos en estado puro....
Comenzamos el acercamiento a la pared por el caótico terreno con continuas trepadas y destrepadas, algún paso aéreo entre llambrias, rocas afiladas como cuchillos, simas, neveros, etc..que rápidamente te cambian el chip para prepararse a lo que viene por delante....
Cerca de donde comienzan las marcas amarillas que te orientan durante la subida hacia la Canal Estrecha, aprovechamos a equiparnos y de paso a comer algo en previsión de la larga y dura ascensión que nos esperaba. A partir de este punto la trepada es continua con buenos agarres y vistas espectaculares a nuestras espaldas.
El gran nevero de La Forcadona que dejamos bajo nuestros pies me trae muy buenos recuerdos de aquella travesía de ski que hicimos Alberto y yo hace dos inviernos.
A medida que se asciende la dificultad e inclinación aumentan hasta llegar al primer paso complicado de la vía
Para superar este primer obstáculo (el más complicado de la vía) hay que alcanzar un nicho no sin dar antes algún paso expuesto buscando el camino menos difícil. Una vez en el nicho, que tiene un cordino para asegurar el paso, optamos por escalar el lomo exterior que aunque más volado quizás sea más cómodo que por dentro. Tiene pocos agarres al comenzar pero el cazo existente más arriba se agradece para dar confianza y tranquilidad. Más arriba a la izquierda hay otro clavo para asegurar antes de llegar a la reunión. Los que suben de segundo pueden a su vez retirar cómodamente las cintas exprés.
El siguiente resalte va encajonado en una estrecha chimenea rematada con un gran bloque empotrado. Inicié la trepada sin problemas pero al llegar al bloque para superarlo tuve que resoplar de lo lindo porque no había forma de encontrar un agarre cómodo que junto con las estrecheces del lugar y la mochila rozando entre las paredes, casi mejor haber asegurado con cuerda, por lo que sin perder tiempo una vez arriba se la eché a Damián y Toño para que subieran más cómodos.
El siguiente resalte va encajonado en una estrecha chimenea rematada con un gran bloque empotrado. Inicié la trepada sin problemas pero al llegar al bloque para superarlo tuve que resoplar de lo lindo porque no había forma de encontrar un agarre cómodo que junto con las estrecheces del lugar y la mochila rozando entre las paredes, casi mejor haber asegurado con cuerda, por lo que sin perder tiempo una vez arriba se la eché a Damián y Toño para que subieran más cómodos.
El resto de resaltes si ya son bastante más sencillos, pudiéndose trepar por ellos sin cuerda hasta llegar a la Brecha Norte donde finaliza la Canal Estrecha. Como en todo el recorrido lo primordial es evitar tirar piedras ya que el lugar es una auténtica bolera con carambolas para todos los que estén por debajo.
En la Brecha Norte (2.450 m.) sobre la niebla que rodeaba la peña y escondía el gran patio hacia el sur, hicimos otra pausa para descansar y coger fuerzas para la parte final que nada tiene que ver con la Canal Estrecha...
De ahí a la cumbre las trepadas se suceden pero por llambrias voladas con la permanente sensación de patio, pero siguiendo las marcas amarillas poco a poco se van superando. Primero por la vertiente sur para continuar por el lomo hacia la cresta hasta cambiar a la vertiente norte.
Una vez por la vertiente norte hay que descender un poco hasta llegar al tramo clave de esta última parte a través de una llabrialina inclinada, pulida y sobre todo muy expuesta con un patio hacia el jou Santu de 500 m. Alcanzamos a una cordada que había fijado una cuerda a modo de pasamanos para pasar asegurado. La usamos también y aún así este paso no me gustó en absoluto y tuve claro que por ahí no iba a volver...De hecho no recordaba haber pasado por ahí la última vez.
Solventado el obstáculo, la trepada continúa con buenos agarres pero muy volada aún, hasta que te encaramas en la cresta cimera ya muy cerca de la cumbre de Peña Santa (2.596 m.) desde la cual las vistas son magníficas.
Miraras para donde miraras las panorámicas eran impagables. Por un lado un mar de nubes espectacular bajo la preciosa Torre Santa María y compañía y en el horizonte el azul infinito del Mar Cantábrico.
Por el otro lado la impresionante muralla de más de 2000 m, de Los Urrieles bajo las profundidades del cañón del Río Cares que ni siquiera se podía intuir. Entre un claro de las nubes se dejaba entrever Soto de Sajambre, sin contar las cumbres míticas tan lejanas como Las Ubiñas y otras montañas famosas de La Cordillera que también emergían del mar de nubes.
Comimos en la cumbre ya que el sol y la ausencia de viento hacían muy agradable estar allí disfrutando de las vistas, aunque con el pensamiento puesto en la bajada porque ya se sabe lo que se tarda en bajar de esta gran peña... Para ello quise investigar el rápel que se utiliza en invierno para ahorrarse el destrepe expuesto por la cara norte. Comprobamos que el cordino doble estaba en buenas condiciones y rapelamos con las dos cuerdas de 30 m. que llevábamos, suficientes para llegar a una plataforma cómoda junto a la llambrialina.
Como decía, tenía claro que no volvería por la llambrialina (marcado con puntos rojos en la foto), donde estaba todavía la cordada que nos habíamos cruzado, intentando desatascar la cuerda. Fue entonces donde ví una marca amarilla que indicaba subir por encima de ésta hasta debajo de la cresta, cosa que si ya recordaba. Les desbloqueé la cuerda y casi andando con un pequeño destrepe lateral (marcado con puntos verdes) pero con buenos agarres llegué hasta ellos sorprendidos por verme allí tan rápido junto a ellos salvando la llambrialina. Efectivamente las guías indican este camino y me parece un gran error porque puede ser fatal, en vez de continuar por las marcas amarillas que siguen un criterio mucho más acertado y seguro.
El resto de destrepes obligan a realizarlos con calma si bien pueden asegurarse con cuerda, hasta llegar al último antes de la Brecha Norte, donde se puede rapelar. Para entonces habíamos alcanzado a otra cordada que descendía también y para "entretenerme" también lo destrepé, aunque no fue fácil con el patio que había bajo la niebla.
Ya de nuevo en La Canal Estrecha el atasco fue inevitable debido a los rápeles porque a parte de que fuéramos ya más de 10 personas, algunas cordadas descendían muy lentamente por no estar acostumbradas a estos rápeles entre chimeneas y extraplomos. Por si fuera poco, otra cordada todavía subía a pesar de lo tarde que era como para meterse en esta montaña tan exigente que de por sí ya conlleva mucho tiempo si no hay contratiempos. Así que con resignación entre todos nos fuimos organizando lo mejor posible echando entre pitos y flautas unas 2 horas para los 4 rápeles de la Canal Estrecha.
Una vez abajo todos, todavía había que seguir destrepando un buen tramo hasta llegar a suelo firme a parte del obligado recorrido por el caos del jou Santu hasta alcanzar el camino de regreso.
La tarde al igual que la mañana, quedó preciosa como sólo puede hacerlo en estas montañas, flotando sobre un mar de nubes que ayudaba a olvidarse del cansancio acumulado y sobre todo del largo camino que todavía nos quedaba por delante.
El suave descenso por Les Barrastroses hasta el collado de La Fragua, fue bien guapo con las últimas horas de la tarde y agradecido para nuestras sufridas piernas que iban ya renqueando....
Con pesar recogimos los bártulos y los cargamos en la mochila, apurando los últimos sorbos de agua y el resto de comida antes de continuar el descenso hacia La Llampa Cimera y Vegarredonda, donde el camino es bastante más incómodo y sufridor para las rodillas....con lo rápido y divertido se hace esquiando!!
A la altura del refugio viejo, pusimos los pies a remojo y cargamos agua antes de sumergirnos de nuevo en la niebla y finalizar este "viaje astral" como otros tantos de Picos. De nuevo nos cogió la noche, llegando completamente molidos al coche pero con la caliza corriendo por nuestras venas para una buena temporada.
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