Nos fuimos esta vez a tierras del concejo de Salas, para hacer una de las rutas de MTB que por allí trazaron recorriendo los distinto valles y montañas que rodean la capital Salas (250 m.), punto de inicio y llegada de la ruta. Salimos pues rumbo oeste siguiendo el Camino de Santiago Primitivo que sube hasta la meseta de la Espina, entre un frondoso bosque de ribera que sería la tónica del día.
A menos de 3 km. hicimos una pausa para visitar la cascada que cae al Río Nonaya y que lleva su nombre. No es muy grande pero está en medio de uno de esos rincones tan guapos que sorprenden más casi por su su entorno que por la cascada en sí.
Volvimos por nuestros pasos hasta donde habíamos dejado las bicis y continuamos ascendiendo por El Camino hasta alcanzar la antigua carretera nacional donde ya lo abandonamos para seguir en dirección sur para comenzar el faldeo de la Sierra de Bodeyana, no sin antes atravesar la autovía de la forma más curiosa, a través de una tajea de desagüe lo suficientemente grande para ciclar por ella...
Siguiendo las marcas de pintura comenzamos a subir por una pista que con unos grandes zig-zags pero con una pendiente suave vamos ganando altura dejándonos ver entre los pinos el paisaje característico de esta zona interior del occidente de Asturias.
Soplaba un viento SW caliente que no auguraba nada bueno a pesar del sol que se dejaba notar bien, aunque al reguardo del bosque y la sierra que estábamos rodeando no lo notamos apenas...
A la cota de 685 m., por fin parece que nos tocaba bajar y después de algún tobogán el descenso ya era continuo por una pista forestal que iba mejorando según avanzábamos.
Parándonos en los cruces para no perder la dirección correcta, aprovechamos en uno de ellos a tomar lo que ya es costumbre últimamente...unas buenas moras junto a la sebe de unos praos con muy buena panorámica.
Sin embargo, como temíamos, nos venían unos nubarrones por la retaguardia que al poco empezaron a descargar agua, si bien al continuar de nuevo por bosque para descender por el valle del Río Benuco, poco sentimos la lluvia. Esta bajada fue la más guapa del día por una zona solitaria entre un bosque que se hacía cada vez más espeso.
La pendiente se acentuó en la parte que ya descendía para cruzar el río con entretenidas zetas. Conociendo bien los cruces se puede hacer un gran descenso, pero echamos de menos las marcas de pintura y tuvimos que parar bastantes veces para consultar con el mapa del GPS....y tras un largo descenso llegamos al pie del cauce del Río Benuco, el cual guarda sorpresas como estas pozas en medio de la selva.
Todavía nos quedarían casi 2 km. de suave bajada por una preciosa pista paralela al río antes de llegar al final de la misma en el pueblo de Anciana ( 255 m. )
El tiempo había mejorado y decidimos seguir por caleyes y caminos entre praos hasta el siguiente pueblo de Godán (245 m.), donde hicimos un alto para comer junto a una fuente.
Todavía no llevábamos la mitad del recorrido hecho pero estas etapa de sube y baja rompe-piernas no estaba castigando más de lo pensado y comimos bien en previsión de lo que nos quedaba. Volvimos a localizar las marcas de pintura que nos llevaban a la parte alta del pueblo por una caleya bien guapa donde pudimos contemplar de nuevo el bucólico paisaje rural típico de esta zona.
A pesar de la cercanía del siguiente pueblo al que teníamos que llegar, nos costó encontrar el camino correcto por la cantidad de cruces de caminos existentes. Tuvimos que recular un tramo pero finalmente encontramos la marca de pintura salvadora que nos conducía hasta Otero (225 m.).
A partir de aquí nos quedaba una larga y exigente subida por pista primero paralela a la Reguera Oscura y después hasta sobrepasar el pueblo de La Sala sin cruzarlo hasta el Llanón (440 m.) donde por fin se allanaba el camino.
Desde esta parte veíamos todo lo que llevábamos recorrido con Salas en el centro de los valles y tras unos toboganeos comenzábamos lo que sería la última bajada del día porque durante el descenso que lo estábamos disfrutando a tope con continuos saltos sobre una pista rápida, pues precisamente en el último salto se cayó Alberto, por suerte sobre una firme terroso pero que no evitó una buena colección de magulladuras y erosiones. Afortunadamente quedó todo en un susto y en Quintana ( 117 m.), encontramos una estupenda fuente para limpiar las heridas, tocándole a Patri las labores de enfermería.
Lógicamente dimos por terminada la ruta y regresamos a Salas dejando para otra ocasión la otra mitad del circuito, si bien por la zona hay multitud de posibilidades y variantes.
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