mi visión de la montaña

Subir montañas es la osadía convertida en humildad, bajarlas es la osadía convertida en gratitud

miércoles, 22 de enero de 2014

Rohnenspitze (Tirol - Austria)

Una semana despuès se repite la misma situaciòn meteorològica nevando el dìa anterior aunque en menor cantidad. Sin embargo, amanece muy encapotado y me entran dudas sobre el pronòstico de tiempo soleado que anunciaban. Por suerte, y gracias a internet, la webcam del sitio donde tenìa pensado ir muestra atisbos de mejorìa. Asì que otra vez muy tarde, en horario de ministro para variar, meto los bàrtulos al coche  ,camino del Tirol Austríaco que está muy cerca de donde estuve la ùltima vez. Efectivamente hacia Austria las nubes desaparecen y me planto en el pueblo de Zöblen (1.070 m.) junto a su estaciòn de ski, tìpica en estos lugares. Màs luz y colorido en el cielo no podía tener...


Remonto paralelo a las pistas de ski y poco antes de llegar a la zona màs alta me interno por el bosque hasta encontrar las huellas de otros esquiadores màs madrugadores que yo, en medio de un paisaje que me recuerda a los Pirineos.

No obstante, me doy cuenta que las huellas me llevan por un valle paralelo al Rohnenspitze y no al hombro norte de èste que veìa desde el pueblo y por donde querìa subir directamente. De todos modos también puedo apreciar la escasez de nieve por dicho hombro, asi que tirando de nuevo del mapa del gps compruebo que hay otra subida por el sur...


Sigo progresando por el valle aprovechando la huella bajo la mole del Ponten, un monte muy concurrido por lo visto, en el mundo del ski de travesìa. Llegando al final del valle, veo ya a dònde llegaban las huellas y tambièn por dònde habìan bajado. Poco premio para tanto foqueo y ademàs una nieve con tendencia a encostrarse. Sin embargo, mi objetivo se veìa todavìa muy lejos, quizàs demasiado para la hora que era...


...además, en adelante me tocaba abrir huella, buscar el mejor camino y tambièn el màs corto posible, por lo que cambio de rumbo hacia el este en busca del hombro sur, dejando el Ponten a mi espalda.


La nieve en esta ladera es profunda y me da la sensaciòn de que voy a tener que sudar tinta para alcanzar el hombro, y no estaba equivocado, porque tras unas cuantas Z enterrado rodilla arriba en medio de una canal estrecha, busco un sitio para quitar los esquìes y continuar andando. Mejor no mirar lo que me quedaba todavìa.


Curiosamente pasé de subir por la canal enterrado casi hasta la muslera, a acabar agarrado a los tapines, ya que el viento se habìa llevado toda la nieve. Al llegar arriba, sabor agriduclce. Por un lado las vistas eran magnìficas y por otro el pico se veìa en el quinto pino, y además con pinta de no ser fácil de alcanzar.


Tras unos momentos de dudas, decido seguir un poco, para ver cómo de complicada sería la subida. Encuentro las marcas que guìan el sendero y lo sigo con alguna que otra trepada fàcil.


Pero poco a poco se va estrechando con trepadas y destrepes mixtos de nieve-hielo roca, asì que pongo los crampones y continuo hasta llegar a un gendarme, el cual pienso que si hay que subirlo y bajarlo, con botas, crampones y esquìes, puede puede convertirse en un buen embarque. Y justo cuando de verdad estoy a punto de renunciar veo las huellas de un rebeco hacia una vira lateral bordenando el gendarme y al acercarme compruebo aliviado que el sendero discurre por ahí sin dificultades. Al asomarme puedo ver lo que me queda...Desde luego que este pico no deja de darme sorpresas a la vuelta de cada esquina y ahora tocaba una travesìa poco apetecible en nieve y depuès todo recto hasta arriba.


Solventado el paso sin incidencias, ya siento que la cumbre està cerca y acelero el ritmo porque voy muy justo de tiempo. Una mirada hacia atrás para ver el camino andado y a recrearse con las estupendas vistas llegando a la cima, que compensan el esfuerzo  y la incertidunbre.


Aunque no me sobraba precisamente el tiempo, imperdonable no pararse un poco para admirar el panorama, con un guapo mar de nubes hacia Alemania. Sin querer, miro màs allà del horizonte buscando la lìnea azul del mar a la que tan acostumbrado estoy, pero no. El mar està muy, muy lejos de aquì.


Finalmente, me preparo para lanzarme por la cara norte que era lo interesante del Rohnenspitze (1.990 m.) y la cual debería mantener la nieve polvo intacta por estar completamente a la sombra. Los tres primeros giros me lo confirman y me asomo para ver diminuto mi coche, a casi 1000 m. más abajo.

 
Enfilo la primera pala perfecta de inclinaciòn y con una nieve perfecta. Ya no siento el cansancio, ni hambre a pesar de no haber comido casi nada...Sólo disfrutar.



Continúo por un tubo hasta desembocar a la primera línea de árboles, después de 400 m. de estupenda esquiada. Me doy cuenta de la suerte que tengo en pillar estas condiciones (recién nevado y nivel 1 de riesgo de aludes), porque al igual que con el Iseler, cuando se cargan con más nieve son desaconsejables o hay que ir con mucho cuidado, tal y como comentan las guías locales.


El tramo superior del bosque mantenía muy buena nieve permitiendo seguir en la misma línea de disfrute. Después, la cosa cambió porque la capa de nieve fresca era de poco espesor y se dejaba sentir debajo las huellas antiguas sobre nieve endurecida. Pero buscando las zonas menos pisadas la cosa iba bien. 


Con alguna que otra pérdida del camino a seguir por el bosque, finalmente pude encontar la forma de llegar abajo ya bastante tarde pero contento por haber tenido suerte de pillar tan buena nieve y conocer esta zona tan guapa.


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