El otro día estuvimos por la sombra pero hoy tocaba sol...Y menudo sol!, con un día espléndido de cielo azul sin una nube. Hacía ya mucho que no pillábamos un día así en plena temporada invernal. Como tantas veces el punto de inicio en La Raya (1.520 m.), en dirección sur dejándose notar la montaña que manda en toda esta zona. Nos vuelve a llamar la atención la cantidad de nieve que hay por estas fechas viendo como está todo de cargado, aún tratándose de la vertiente sur.
Cómodamente ganando metro a metro, alcanzamos La Raya Valmartín (1.785 m.), que no es más que un amplio collado que une los Picos Valmartín y Las Vallinas. Sin embargo en este sitio el viento nos castiga de lo lindo levantando la nieve y obligándonos a abrigarnos bien porque la sensación térmica caía en picado. En La Raya teníamos -4,5ºC con viento en calma, así que aquí a saber pero los dedos y la cara se nos quedaron como el mármol. El ambiente no podía ser más invernal y alpino con unas vistas espectaculares.
Curiosamente al llegar a la cima del Valmartín (1.932 m.), el viento allí arriba apaciguaba y nos permitió por suerte disfrutar del panorama sin quedarnos xeláos.
Con una nitidez completa se podía contemplar toda La Cordillera, Ubiña, Los Picos y demás cordales interiores perfectamente. Todo un lujo con este día y esta nevada...
Les foces de Los Arrudos
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Tiatordos, Cascayón, Cantu L'Osu, Picos...
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Mientras subíamos ya le comentaba a Alberto que era la primera vez que encontraba practicable la cara noroeste de esta montaña, siempre expuesta al viento que la deja con poca nieve o completamente helada. Pero esta vez estaba en su punto con nieve polvo en su mayoría. Sin pensárnoslo más, nos lanzamos para allá, hacia tierras casinas, con un cuadro al frente impresionante destacando la pared norte del Torres totalmente blanca como un gran merengue afilado. Añadiendo a eso buena nieve y buena inclinación, no podíamos pedir más...
Acabado el festín, pues no podíamos marchar sin probar la clásica pala sur. Así que a volver ascender para comprobar a ver si el lado soleado nos iba a deparar también un buen descenso...Con dudas sobre la calidad de la nieve optamos por la via directa que estaba limpia de los restos de cornisa desprendidos. El inicio pindio nos prestó un montón con nieve suelta muy guapa y un poco más apelmazada al final. Pero bueno sin queja comparado con lo que nos temíamos.
Nos teníamos bien ganado el bocata aprovechando la agradable temperatura al resguardo del viento. Esta montaña se lleva sobradamente el visto bueno. Repuestas la fuerzas con un breve ascenso nos encaramamos en la siempre espectacular cresta de Las Vallinas, dejando atrás nuestras firmas por delante y por detrás sobre las laderas blancas del Valmartín.
Los dos fuimos buscando la rampa de salida más apetecible para rematar la jornada con un guapo descenso.
Como siempre, cuando acompaña una buena calidad de la nieve, el resto del descenso hasta La Raya es de lo más divertido y gratificante. Días así crean afición.
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