Ya tenía ganas de hacer una ruta con la bici por esta parte de Somiedo, que si bien la tengo bastante pateada y también algo ciclada, me faltaba completarla con un circuito como éste. Como el otoño sigue espléndido con díás muy guapos, ¡pues nada!. A darle a la bici que no tardará en acabar esta racha de bonanza meteorológica. El punto de partida es el coqueto pueblín de Valle del Lago (1250 m.), tomando el camino que lleva al famoso Valle de Lago. Los 2 primeros kilómetros son suaves toboganes, algo que es de agradecer para poder calentar.
Tomamos después el camino del bosque por la margen derecha del valle. La suavidad ya se acaba y el camino se empina bien, aunque por suerte va dando respiros con pequeños llaneos que permiten mantener el ritmo de subida.
Poco a poco vamos cogiendo altura disfrutando de una vista más amplia de este precioso valle. Para mí es el valle en altura más guapo y completo. Lo tiene todo: altas montañas, circo glaciar con un lago, praderas, bosques, ríos, brañas de teitos y un pueblo al inicio.
Continuamos subiendo la pista y dejando atrás el sendero que lleva al lago. Después de unos buenos cuestorros el camino da pequeña una tregua, perfecta para un pequeño descanso y disfrute del paisaje.
Más adelante nos queda una dura y pedregosa pendiente que termina en la braña de Murias !!ongas (1.650 m.). Como dijo Alberto un sitio solitario donde te sientes lejos de todo. En la misma vega vemos pastando a poca distancia unos caballos con un par de rebecos que no se inmutan ante nuestra presencia.
A partir de aquí la pista desaparece y por sendero se sube al collado que tenemos al sur. Sólo podemos ciclar el principio y el resto hay que hacerlo andando, aunque la subida es cómoda y rápida, con buena panorámica hacia atrás.
Ya tenemos a tiro el collado La Paredina (1.734 m.), límite de Somiedo con la comarca leonesa de Babia.
Con ganas, nos pertrechamos para empezar el largo descenso hacia el pueblo La Cueta siguiendo paralelos al curso de lo que son las fuentes del río Sil. Resultó ser un descenso más técnico de lo previsto pero entretenido y variado, con una primera parte de senderos y pradera con poca piedra y una segunda parte por pista muy pedregosa pero mejorando al final para poder soltar freno.
Finalmente llegamos a La Cueta (1.450 m.), donde repostamos agua y aprovechamos a comer medio bocata tranquilamente. Ya sólo nos quedaba la última subida del día, aunque el paso está a una gran altitud para ir con bici. Afortunadamente el camino dirección sur, se hace muy llevadero por el largo valle que lleva a la la braña de Chaguezos, pudiendo alcanzar montados en bici hasta los 1.750 m. de altitud. Estábamos acercándonos ya a las laderas sureñas de Peña Chana.
Parajes como los de esta zona, con montañas y estepa muy solitarios recuerdan a los documentales sobre el Tibet...La sensación de estar lejos de la civilización es plena. Nos quedaba entonces sólo 100 m. de desnivel a pie hasta el collado del Muñón (1.851 m.), que nos devolvería de nuevo a las agrestes tierras somedanas al pie de Peña Chana.
Estupendas vistas, como no!, tratándose de Somiedo donde podemos ver perfectamente la línea azul del mar, sobre un sin fin de valles y montañas. Que mejor sitio para acabar con la otra mitad del bocata y lo que se tercie, sabiendo que sólo nos queda bajar y bajar...
A priori, no parecía aquello un terreno muy apropiado para ir en bici pero ratoneando entre el brezo y las arandaneras logramos encadenar mini senderos aunque para conectar con la pista bajo el alto del Muñón, inevitablemente tuvimos que echar pie a tierra en contados tramos rocosos, pero que no nos llevó más de 15 minutos.
Alcanzada la pista, proseguimos el descenso también mucho más técnico de lo esperado: multitud de morrilllos a esquivar y piedra suelta, que junto con la fuerte pendiente nos obligó a emplearnos a fondo.
Más abajo nos esperaba la guapa braña de Sousas (1.480 m.), donde es obligado pararse a visitarla. Además mi primo no la conocía y así podía enseñarle los buenos ejemplos de ingeniería en construcción de corros de piedra con bóveda incluida y sin mortero o argamasa alguna.
De vuelta a la pista a pesar de la mejoría del firme presentaba tramos mucho más deteriorados de lo que recordaba la última vez, por lo que tampoco estaba la cosa para distraerse. No obstante, es un tramo muy guapo entre bosque, brañas y miradores con paisajes de postal.
Y así, sin darnos cuenta ya atisbábamos las primeras casas del Valle del Lago, por el típico camino entre praos hasta salir a la carretera que nos dejaba otra vez en el punto de partida.
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