mi visión de la montaña

Subir montañas es la osadía convertida en humildad, bajarlas es la osadía convertida en gratitud

martes, 2 de junio de 2009

biciski al Pico Santa Ana oriental (Urrieles)


A pesar de estar a las puertas del verano a uno le sigue picando el invierno viendo Los Picos con la buena carga de nieve que tienen todavía....Así que aprovechando el martes festivo en Oviedo, me decido a cerrar esta larguísima temporada de nieve que comencé al primeros de noviembre y acabo ahora a primeros de junio, si bien todavía hay nieve para rato como veréis en las fotos.
Esta vez quería alcanzar la nieve de una forma distinta, combinándolo con la bici, y entonces me acordé de  la canal del Vidrio que tenía pendiente por conocer. Me pareció interesante subir por ella para alcanzar los picos de Sª Ana que  siempre quedaban olvidados cuando pasaba a su lado. Así sobre el plano todo parecía muy guapo pero con el día de pleno verano que se presentaba, la bici con los bártulos y la mochila con esquíes, igual me estaba creciendo demasiado...Lo que si sabía seguro es que iba a sufrir de lo lindo.

Salgo desde el inicio de la pista (950 m.) cerca de Sotres y que lleva a los puertos de Áliva, después de armar la bici , apañar chapuceramente el portabultos para las botas de ski y la mochila con las tablas a eso de las 10:00 con sol de narices.  Con las pintas que llevaba era la expectación para el público presente... :lol: Para entonces poco después de pasar las Vegas de Sotres (1.067 m.) ya había echado pie a tierra hasta llegar a la portilla de La Raya (1.300 m.) previa a la famosa morrena glaciar de la Llomba del Toro para no forzar porque me quedaba todavía mucho por subir..


Después de 10,5 km. llego a las minas de las Mánforas (1.600 m.) con mucho calor y el “depósito” ya consumido a la mitad. Reconozco que al mirar hacia arriba me entraron dudas en seguir puesto que me quedaban todavía 1.000 m. de desnivel y la canal del Vidrio con ese sol castigando y a esas horas iba a ser un horno perfecto para turrarse de lo lindo.


Menos mal que la tozudez esta vez me ayudó para seguir, después de un descanso para ponerme las botas y comer algo. Así que abandono allí la bici y me encamino hacia la parte delicada de la canal del Vidrio. Este tramo está muy bien explicado en varios post del "foropicos" y efectivamente coincido con lo dicho en que no presenta dificultad técnica ninguna pero si exige pasar despacio y con atención debido a la caída que hay y la cantidad de piedra suelta existente. De todos modos supongo que con el atuendo normal de monte, sin las botas de ski puestas, ni las tablas en la chepa tropezando por arriba y abajo el paso será más cómodo.
Una vez pasado este tramo, la canal se abre con un sendero bastante cómodo y con buenas vistas sobre los puertos de Áliva y el macizo oriental (Ándara) asomando, junto al Curavacas y peña Prieta en la lejanía.


Al poco sobre los 1850 m. ya me pongo las tablas y sigo remontando la canal con una brisa refrescante que me sabe a gloria, mientras voy acercándome a las Coteras Rojas (2.350 m.).


Alcanzo por fin la zona que esperaba para darme un respiro a tanta cuesta, donde ya puedo ve “cercano” el objetivo del día. Sin embargo si bien este tramo escalonado hasta el collado de Sª Ana te dá respiros con la pendiente, el calor en medio de tanta nieve y sin brisa alguna lo convierte en un microondas que me mina por cada paso que doy y antes de arriesgar a pillar una buena pájara, me tomo un descanso para comer y beber.
La soledad es absoluta a excepto de unos cuantos rebecos que ya ejercen su reinado en las alturas a pesar de la cantidad de nieve. El descanso me viene bien y me siento recuperado para afrontar la subida al collado de Sª Ana (2.506 m.). Un mes más tarde vuelvo a pasar por este collado tan guapo y tan transitado. No se aprecia casi diferencia respecto a la cantidad de nieve que encontré la última vez.



Sigo por la arista blanca del pico hasta apurar la nieve a unos 10 m. de la cumbre. Se veaín allí también antiguas huellas de otro esquiador proveniente de la zona de La Canalona. Dejo las tablas y tras una trepada fácil llego a la cumbre oriental de los picos de Sª Ana (2.596 m.) para disfrute de las magníficas vistas que tiene este pico en los confines de Cabrales y Liébana. Son ya algo más de las 16:00 pero estamos casi en verano y los días son largos. Así que a disfrutar del panorama...



Un rato después, no puedo evitar una sonrisa de alivio porque ahora todo es bajar cómodamente en su mayoría. Pues lo dicho, a bajar. Con buena nieve tipo nevero veraniego comprimida, fácil y divertida., opté por el lado contrario al de las huellas del citado esquiador, derecho a la canal del Vidrio...


Apuré hasta un nevero un trozo más abajo de donde me calcé las tablas, cerca de la entrada al paso delicado de la canal. La tarde que estaba quedando invitaba a no tener prisa en bajar...


Pero todavía rebañaría un poco más de nieve por gran el nevero al pie de la canal, que me dejaba al lado de mi segunda cabalgadura.




















Cambio de aparejos y saboreo el momento porque esta vez si se cumple lo que deseamos muchas veces como es que nos aparezca una bici que nos lleve cómodamente hasta el final de la pista donde tenemos el coche. Así que a seguir bajando sentado con tramos divertidos y refrescantes como éste. Eso sí, con alguna parada que otra para contemplar y descansar los dedos de tanto frenar, puesto que la “máquina” pide gas, y no puedo ceder a la tentación porque no me apetece pinchar ya que voy con mucho peso y la pista tiene mucho morrillos puntiagudos. Además en cuanto aceleraba un poco, con el traqueteo se me iba alguna bota volando....
Llego a las Vegas de Sotres bajo la mirada de curiosidad de los pastores y ganaderos que me voy cruzando en su labor diaria. Con los esquís en la chepa a modo de lanza-misiles parecía de la unidad acorazada de BTT. A partir de aquí, la pista mejora en cuanto al firme y con Sotres a la vista le doy descanso a los frenos para lanzarme a tumba abierta y gozar de un tramo tipo Paris-Dakar, erguido de pie para ver venir y esquivar los morillos del camino. Pero lo bueno se acaba pronto y cuando más me estaba divirtiendo llego al coche y al punto final de esta dura pero bella ruta.

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