Como estos últimos años, había que aprovechar el puente de mayo para hacer alguna travesía por Picos y de paso seguir sumando descensos de los muchos pendientes....Una vez pensado el itinerario (día01: El Cable – Tesorero -vega de Urriellu, día02: circuito hacia la zona de La Pardida, y día03: vega de Urriellu – La Canalona – El Cable), y con la chuleta de un pronóstico de tiempo ajustado al milímetro, me hacía pensar que bien se podrían aprovechar los tres días. Por eso, al hablarlo con Carlos, no se lo pensó un segundo para apuntarse. Igualmente mi primo Alberto y Patri que iba engañada, se apuntaron para un par de días, mientras que Damián sólo podría para el último día. Salimos el viernes de Oviedo lloviendo a ratos, pero cuando pasamos por Panes jarreaba agua. Sabíamos que habíamos alcanzado la cola del frente pero nos entraba la duda de si finalmente despejaría como estaba previsto.Total, al llegar a Fuente Dé, sin prisa subimos en el teleférico y El Cable nos recibió nevando y frío. Sin embargo al poco parecía que quería abrir el día....
...y en un abrir y cerrar de ojos pasamos de tener frío nevando a achicharrarnos con el sol de mayo, hasta llegar a los Jorcaos Rojos. Comenzaba entonces el espectáculo de las vistas espectaculares con los Picos recién nevados.
La idea era, como el año pasado flanquear la ladera sur de la Peñas Urrieles para ganar el hombro característico que las une con el Tesorero, pero era tal la cantidad de nieve que dicho hombro se nos aparece con una cornisa enorme amenazante como un serac colgado.
Decidimos entonces crestear por las Peñas Urrieles. Para ello fue necesario realizar una pequeña trepada y un cresteo sencillo pero expuesto y delicado por la fina capa de nieve sobre la roca y el incordio del mochilón con los skis o la tabla. Este cambio de planes supuso un buen chute de adrenalina a mi primo y a Patri, ya que era nuevo para ellos esto de enriscarse a las primeras de cambio.
Al llegar al fondo del jou los Boches el calor se hacía patente, pero todavía disfrutamos al enlazar con el descenso al jou sin Tierre en medio de un paisaje solitario y salvaje, rodeados por picachos que habían purgado aludes recientes por doquier. Sólo nos quedaba remontar la garganta del jou sin Tierre, que se convirtió en lo más sufrido del día por el intenso calor y por una nieve blanda y pesada que nos hundía hasta la rodilla.
Primero hay que salvar el paso de invierno hacia la zona de Cabrones por la Brecha de los Cazadores, al lado del El Diente de Urriellu. Tenemos la suerte de tener huella de la gente que iba delante, sobre todo para el tramo final que tiene más pendiente.
Superado este paso es obligado pararse a contemplar el panorama que con un día tan guapo quita el aliento...
Seguimos subiendo hasta llegar al pie de otro diente y desde el cual se divisa la zona más salvaje de Picos, con el Neverón, La Párdida, Torrecerredo, pico de los Cabrones, Dobresengros, Traves, Albos, Torres Areneras, etc... a cual más espectacular, aunque la mirada la copan el tándem Cerredo-Cabrones
Continuamos bordeando la sombría cara noroeste del Neverón de Urriellu hasta llegar al jou que forman el Neverón sur y La Párdida. En este lugar hay más blancura que en 1000 anuncios de detergentes...
Así que salimos de ahí como podemos con unos primeros giros difíciles con nieve dura para mejorar sensiblemente un poco más abajo con tramos más inclinados pero muy guapos.
Cumplido el primer objetivo, liberamos la tensión subiendo La Párdida en medio de un entorno cada vez más espectacular acentuado por un día soleado como pocos, hasta llegar a la cumbre donde ya sobran los comentarios sobre el panorama q desde allí se divisaba.
Apetecía quedarse allí toda la tarde pero había que aprovechar la nieve que prometía estar en su punto. Y no sólo estaba en su punto, era pura nieve polvo como si estuviéramos en pleno febrero. Vamos, un lujazo la esquiada y surfeada hasta los pies de la jorcada Arenera de los que quedan para el recuerdo...
Tras picar algo, remontamos otra vez hasta el segundo diente y de ahí esquiamos hasta la Brecha los Cazadores. Para entonces, con el calor ya se había producido un pequeño alud de placa en esta parte, si bien toda la zona de Cerrado y Cabrones habían caído unos cuantos de considerable tamaño.
Nos quedaba por tanto, el paso delicado de la Brecha de los Cazadores y la bajada a la vega de Urriellu, ya muy castigados por el sol. Calzamos los skis y la tabla al pie de la rimaya del Diente de Urriellu y bajamos rápido porque la nieve estaba ya muy mal, no así un poco más abajo que todavía se conservaba compacta, permitiéndonos disfrutar del descenso con la vista impagable del paredón oeste del Picu.
Después de otra cena abundante y prácticamente solos en el refugio, cosa que a mi presta mucho, lejos de los mogollones del verano, nos vamos para la piltra a dormir. Amanece otro día radiante y otra noche que xeló guapamente y nos obligaba a llevar cuchillas o crampones, según el caso, desde el mismo refugio.
En le regreso, remontamos de nuevo el jou Sin Tierre en dirección al collado Sª Ana que nos daba mucha pereza, pero con la nieve tan dura a la sombra y aprovechando la huella que mi primo se había currado el día anterior, se nos hizo más cómoda y corta.
Con puntualidad inglesa apareció en el collado Damián con el que había quedado y que venía desde la Jenduda después de un vivac muy frío. Así que mientras el sol preparaba la nieve para dejarla en su punto por La Canalona, aprovechamos para unos momentos de relax a todo confort y con unas vistas de escándalo.
Bajamos ladeando, sin dejar de mirar la gran tentación del valle de Las Moñetas que se nos abría a nuestros pies, hasta el inicio de La Canalona para ver como estaba la nieve que estaba algo dura todavía en la rampa de salida pero con buena pinta en el resto. Esperamos un ratín y después de las fotos de rigor... nos lanzamos hacia abajo porque estábamos ya impacientes. Después de los primeros giros más delicados pero sin grandes problemas, la parte intermedia se nos presentaba con muy buena nieve para deleite del personal.
A partir de aquí, tanto la parte final estrecha de La Canalona como el resto de bajada hasta El Cable fueron penosas porque era un auténtico patatal por la cantidad de huellas y la nieve ya totalmente fundida. A pesar de todo, por lo menos pudimos llegar relativamente rápido hasta el teleférico, que por suerte tenía poca gente al coincidir con la hora de comer. Y así redondeamos este puente tan guapo con unas condiciones en los Picos inmejorables para estas alturas del año.
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