mi visión de la montaña

Subir montañas es la osadía convertida en humildad, bajarlas es la osadía convertida en gratitud

viernes, 12 de octubre de 2007

Torrezuela y Torco (Cornión)

Con la intención de seguir saldando cuentas con algunas cumbres del Cornión, que muchas veces pasas de largo, pero a la vez lamentándote de no visitarlas, voy buscando además esos rincones solitarios y agrestes que son una atracción en si mismos. En mi caso, ocurría con la Torrezuela y su entorno, y así sobre la marcha y acordándome de una recomendación de Chema (foropicos) sobre la posibilidad de acceder al Torco por la vertiente oeste, decidí intentar un circuito apañando estas dos cumbres…


Un día perfecto para caminar por el monte, típico del inicio del otoño con una luz y claridad como pocas veces se tienen durante el año. Así que casi sin darme cuenta llego al collado de Les Merines, dejando a mi espalda el Porru Llagu, el lago Ercina más abajo y el mar Cantábrico omnipresente al fondo...Pero de frente tenía el primer objetivo del día: la Torrezuela. Para ello hay que alcanzar primero la horcada del Alba situada a la izquierda, previo paso por Fuente Prieta y una sucesión de profundo jous en medio de un paraje inhóspito y salvaje.


Desde la horcada del Alba y tiro para la Torrezuela (2.322 m.) en una subida-trepada de lo más entretenida y no difícil, yendo por la misma arista, aunque se puede esquivar por la vertiente hacia el jou Las Pozas. Utilicé ésta última para bajar más deprisa.


 
La cumbre principal de este colmillo desgajado del resto de picos tiene unas vistas espectaculares en primera fila y donde parece que la montaña se va abalanzar sobre el diminuto pueblo de Amieva. Otra vez en la horcada del Alba intento descifrar con prismáticos un recorrido factible y sin perder mucha altura hacia el Torco. Esta vertiente del Torco presenta una vira diagonal muy característica que acaba en un muro tras el cual prosigue una canal hacia la horcada que separa al Torco de la 1ª María.

El caso es que me las prometía yo muy felices cuando abandoné el camino que bajaba a el jou Las Pozas en dirección a la horcada del mismo nombre para intentar no perder altura y conectar con dicha vira diagonal. El recorrido (marcado en amarillo su parte final) se iba cabreando cada vez más con pequeñas trepadas, destrepes y llambrias inclinadas con canalizos, donde a la vuelta de cada esquina me esperaba una nueva sorpresa con una calidad de la piedra empeorando por momentos, hasta que por fin después de mil sudores conecté con el camino proveniente del jou Las Pozas que no debí abandonar. 


Una vez por el buen camino y resintiéndome del esfuerzo realizado alcanzo la base del muro clave a superar (marcado en rojo). Estaba claro que las sorpresas no acaban porque se presentaba más difícil de lo previsto y decidí intentarlo hasta que me vi engolao y la única solución “segura” era tirar pa’arriba como fuera. Los pasos andan entre III-, III con adherencia, pocas lajas fiables y posturas que recuerdan a cuando vas encordado… Al finalizar la trepada me topo con una reunión bien equipada. El resto de la subida apenas tiene trepadas hasta el Torco (2.452 m.), y a pesar del cansancio y de ser algo tarde no me corto en disfrutar esta cumbre ya conocida pero con un sabor diferente.

              
 
Para acabar, después de destrepar por la vía normal de Torco hacia el jou Santu,  la inconfundible tapia norte de Peña Santa y su no menos guapa escolta de picachos ( empezando por el mismo Torco seguido de las  Tres Marías) que me despidieron en el largo regreso a Pandecarmen que da mucho de sí para fijarse en los pequeños detalles...



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