mi visión de la montaña

Subir montañas es la osadía convertida en humildad, bajarlas es la osadía convertida en gratitud

domingo, 1 de octubre de 2006

reencuentro con el Picu Urriellu (Urrieles)

Este es el panorama que nos regalaba Pandébano, donde la escolta de lujo del picu Urriellu nos enseña los dientes y nos dice que es tiempo de seronda (otoño) antes de que el invierno imponga su ley.


Sin embargo, la subida fue bastante cómoda con buena temperatura para caminar a pesar del peso de las mochilas y la oscuridad de la noche que avanzaba rápidamente. Al doblar el colláu Valleyu encedemos los frontales y disfrutamos de la imagen única del Picu a contraluz de una tímida luna que apenas se deja ver entre los nubarrones que pasan a gran velocidad. Todo un espectáculo visual pero que por otro lado acongojante..
Llegamos por fin a las 23:15 a la vega de Urriellu que nos recibe con un ventarrón frío y desapacible, por lo que no tardamos en encontrar nuestro lugar habitual de vivaqueo para cenar que ya son horas. La cena fue breve pero intensa porque ya había fame...Nos dispusimos a dormir en una noche que resultó de perros por el viento huracanado que nos zarandeaba incluso echados en el suelo y protegidos por los muros del vivac. Ya son unas cuantas noches así las que me tocaron bregar con estos huracanes y desde luego que nunca te acostumbras.


Suena el despertador a las 6:00 y a través de una rendija de la funda vemos la silueta imponente y fantasmagórica del Picu bajo un cielo estrellado pero con un vendaval de padre y señor mío...Con esas condiciones ya dábamos por perdida cualquier opción de escalarlo y dormimos un par de horas más. Nos levantamos y desayunamos al abrigo del viento valorando las alternativas para aprovechar el día cuando lo que parecía una calma pasajera en el viento parece ser que es la ventana de buen tiempo que estábamos esperando de acuerdo con el pronóstico. Sin más, acordamos con tirar con la mochilas hasta el jou tras el Picu y allí decidir que hacer.
De los que íbamos, además de Toño, Damián y yo, estaba Germán, que no conocía nada de los Picos y de buenas a primeras lo engañamos para intentar subir al Picu, con lo que uno puede hacerse una idea de lo que se le pasaría por la cabeza al ver el Picu  o Naranjo de Bulnes por primera vez y tan de cerca.
A pesar de todo, este allerano demostró que se adaptaba bien al terreno y que la posibilidad de poder subirse al icono de la montaña asturiana y nacional que llevamos grabado en el corazón todos los que nacemos en esta tierra, pudo con el miedo que da el Naranjo. Dicho esto, nos ponemos a pie de vía para comenzar con sol y algo de viento. La vía por la que subiríamos es la clásica (Sur Directa IV+). En el primer largo no voy nada fino y el friend que coloco se suelta cuando estoy en la parte final .Empezamos bien..., como los pioneros a pelo y sin seguros. Se nota la falta de práctica. El segundo largo ya me voy soltando y haciendo las cosas mejor dentro de mis limitaciones técnicas y animando a Germán que avanza con tensión y no era para menos porque además el pobre tenía que subir con botas normales de trekking.


Entre que yo iba lento subiendo y que éramos cuatro, el avance del grupo va demasiado despacio y el tiempo empieza a torcerse…


Las nubes lenticulares no anuncian nada bueno. Por este motivo decido hacer de una tirada desde la segunda reunión hasta el anfiteatro pasando de largo la tercera reunión. Disfruto mucho este largo excepto al final porque el viento aparece otra vez huracanado y me obliga a escalar a tirones esperando las pequeñas treguas que concedía. Aquí recuerdo la soledad que siente el primero de cordada pero también lo guapo que es estar en El Picu en un ambiente de "puro Picos" en solitario como si fuera la primera vez...


Por fin en el anfiteatro, mis dedos están ensangrentados por evitar que el viento me despegara de la pared y mientras espero al resto de los compañeros, veo que el tiempo definitivamente empeora a una velocidad endiablada y sólo le pido al Picu media hora de prórroga. Subimos el anfiteatro como tiros y dejamos por si acaso una cuerda para bajar puesto que el viento era tremendo.


Deseo concedido, nos regala El Picu una tregua mientras corono la cima preocupado por la evolución del tiempo. Me viene a la mente la ultima retirada rapelando mientras llovía con un bombardeo de piedras arrastradas por cascadas de agua que se precipitaban desde el anfiteatro. Pero finalmente llegamos todos a cumbre muy contentos sobre todo Germán que no se lo cree todavía dónde está.



A pesar del mal tiempo todavía pudimos disfrutar de las vistas hacia el mar. Todo un privilegio porque la posición adelantada y solitaria del Picu (2.519 m.) , permite ver de una tacada la esencia de Asturias: picos, gargantas, praderas, bosques, montes, pueblos y la costa con el mar omnipresente.
Poco después y sin perder tiempo descendimos rápidamente el anfiteatro y tras una clase express a Germán preparamos los rápeles que nos devuelvan a suelo firme.



Finalmente el tiempo aguantó y no llovió en el largo camino de vuelta hasta el coche allá en la carretera de Sotres. Tuvimos tiempo de sobra para tomarle el pelo a Germán después de esta encerrona.


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