Seguimos tachando rutas clásicas pendientes de realizar de un tirón. En esta ocasión le tocó el turno a uno de los caminos con más historia: la vía romana de La Carisa, famosa por ser una de las dos primeras y principales vías de comunicación construidas en Asturias, hace la friolera de más de 2.000 años durante las guerras de nuestros antepasados los Astures contra el avance implacable del Imperio Romano. Volviendo al presente, planeamos la ruta con dos coches para evitar subir el duro y muy transitado puertu Payares. Salimos Alberto, Patri y yo desde el alto del puerto descendiendo hasta la desviación de Camplongo (1.197 m.) y de allí en suave ascenso hasta el pueblo leonés de Pendilla (1.337 m.) donde comienza la via propiamente dicha por pista pedregosa.
Muy diferente encontramos el panorama respecto al pasado invierno cuando hicimos la travesía de ski hasta el El Robequeres...
Por su parte, la meteorología nos iba a obsequiar con la típica niebla del verano, producida por las nubes arrastradas del mar a adentro.
La subida hasta la Co!!á Propinde (1.648 m.) no es larga y las rampas son asequibles. Llegando arriba la niebla nos engulle sin remedio aunque a ratos abre un poco como para ver claramente cómo marca con exactitud la raya entre León y Asturias.
Comenzamos el primer descenso con ambiente frío esperanzados de que la niebla levante y nos deje admirar el bello panorama que se puede divisar desde allí arriba.
Después de un rato descendiendo nos toca subir el primero de tantos y duros repechos que tendremos que superar a pesar de ser un recorrido mayoritariamente descendente. En este caso alcanzamos el punto más elevado de la ruta a 1.688 m.
De nuevo descendemos por encima de profundos valles que van apareciendo como fantasmas entre la niebla llevando mi imaginación a la época en que los romanos estudiaban la forma de trazar un camino por estos parajes tan agrestes a salvo de las emboscadas de las tribus Astures que tanto tiempo resistieron a la todopoderosa Roma.
El siguiente alto lo hicimos en uno de los cruces más importantes de la ruta: El Tunelón (1.590 m.) donde confluyen los caminos procedentes de ambas vertientes; la de los valles de Aller y Lena. Cualquiera de las dos opciones supone una durísima subida para alcanzar este punto.
Continuamos avanzando que la ruta es larga si bien bastante cómoda a pesar del toboganeo. Además el tiempo parecía querer mejorar con lo que a su vez las panorámicas se ampliaban dejando ver todo lo que llevábamos recorrido.
Nos desviamos poco después en busca del campamento Astur -Romano, descubierto hace pocos años por los arqueólogos. Rodeamos casi por completo el Picu Currie!!os o La Boya (1.731 m.), hasta acercarnos a su cumbre pero no encontramos nada, si bien por lo visto estábamos muy cerca puesto que el asentamiento está situado en el cono de la cumbre pero mirando a la vertiente sur.
Retornamos a la vía principal y a seguir haciendo kilómetros por encima de este cordal desciende desde el Picu Tres Conceyos hasta las proximidades de Uxo.
Un nuevo repecho nos esperaba tras una buena bajada. Por suerte no fue tan duro como aparentaba en la distancia, pero suficiente como para hacer una pausa arriba y aprovechar a comer en una de las 1001 camperas donde pace el ganado a gusto.
Desde allí podíamos ver en frente y con claridad toda la cuenca del Caudal y Uviéu. Desde luego que estos romanos sabían hacer bien las cosas, puesto que el trazado de la ruta es estratégico del todo.
Con la tripa llena volvemos a bajar, esta vez por buena pendiente aunque demasiado pedregosa para mi gusto. Al poco, en un nuevo cruce el firme mejora a través de bosques y brañas muy guapos.
Cambiaban los paisajes continuamente y el tiempo seguía en su favorable evolución, así que por fin íbamos a disfrutar de las preciosas y variadas vistas que ofrece esta ruta. En esta ocasión le tocaba a Peña Mea ser la protagonista...
Pero a la vuelta de la esquina nos encontramos con esta visión...y es que todavía nos quedaba un último largo y duro repecho que superar: La Cerra (1.295 m.), no sin antes peder un montón de metros aunque muy guapos de ciclar entre espesos bosques de fayes.
En el punto más bajo, junto a una braña con una campera preciosa, el fabuloso panorama que desde allí se divisa nos hizo olvidarnos de lo que nos quedaba por delante. Un balcón de lujo con vistas sobre los valles de Lena y Las Ubiñas al fondo todavía con nieve.
Una vez saciados de mirar y contemplar retomamos el camino para afrontar la última subida que efectivamente se hizo dura, pero con el incentivo de que más allá sería ya todo en continuo descenso.
La parada obligada arriba para coger aire nos obsequia con otra fenomenal panorámica del concejo de Aller. Moreda a nuestros pies y toda la montaña allerana que conocemos bien en el horizonte.
Ahora sí que ya comenzaba el largo descenso final de 1000 m. de desnivel hasta Uxo, cambiando de nuevo de vertiente y con unas vistas de lujo sobre el siempre impresionante murallón del Aramo intentando vanamente quitarse las nubes de encima.
En este tramo la pista es muy ancha y rápida aunque hay que tener ojo con los morrillos que aparecen de vez en cuando. Las suspensiones de la bici se hacían notar porque el traqueteo era continuo. De nuevo el olor a goma quemada me recordaba que mejor no dejarse llevar por la velocidad....Tomamos otro cruce que en fuerte pendiente y entre tupidos bosques de castaños nos dejaba en el pueblo de Carabanzo (470 m.)
El resto hasta Uxo (244 m.) por una sinuosa y pendiente carretera, dando fin a esta gran ruta que a pesar de conocerla a trozos nos sorprendió gratamente por su belleza.
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