mi visión de la montaña

Subir montañas es la osadía convertida en humildad, bajarlas es la osadía convertida en gratitud

sábado, 4 de mayo de 2013

Esturbín

Este invierno marzo marceó y mayo pues también...ya que una semana después de escapar a Los Picos volvió a nevar sin parar dejando toda La Cordillera como en pleno febrero. Tanteamos ayer el terreno por S. Isidro y como el sol si es de mayo, la nieve se ablanda enseguida. Por eso y contando con una noche fría decidimos volver Alberto y yo con Damián que no se había estrenado todavía, a la que ya es una clásica para nosotros en esta pequeña Alaska asturiana, que nos es otro que el Esturbín yendo por el Black River Valley tal y como lo bautizó Carlos.

La sorprendente cantidad de nieve nos obliga a dejar el todo-terreno más abajo de lo habitual, poco antes de la braña La Felguerosa (1.090 m.), con algún imprevisto que otro...


La xelá fue buena con los charcos cristalizados y la nieve bien dura que nos obliga a ir con cuchillas en un terreno incómodo que nos da mucha guerra para progresar, por lo que nos retrasamos según el horario previsto.

Pasamos por las bucólicas cabañas del Xagreal (1.330 m.) y tras otro tramo peleón con nieve muy dura avistamos la guapa cascada el Negríu.




Más tarde alcanzamos por fin la braña de Cuanya (1.710 m.) a los pies del fantástico circo blanco inmaculado que forman el Rañaoriu, Esturbín y Les Robequeres.



El sol nos recuerda que estamos en mayo porque avanza rápidamente en todo lo alto inundando cada rincón, pero la temperatura sigue fresca manteniendo la nieve dura. Ello nos permite caminar con crampones para subir más directos y rápidos.


Primero, coronamos la collaína Valverde (1.989 m.) que es sinónimo de panorámicas espectaculares a ambos lados de La Cordillera.




Sólo nos quedan los ciento y pico metros del cono final del Esturbín que engaña tanto en desnivel como en inclinación.


Pero la recompensa final llega al caminar por la arista cimera hasta la cumbre (2.123 m.) haciendo olvidar todo el cansancio con unas vistas y un día inmejorables.



Picamos y bebimos algo en la cumbre y a nuestro pesar empezamos los preparativos para el descenso, ya que apetecía quedarse allí arriba todo el día con semejante panorama a nuestros pies, pero si queríamos pillar la nieve en su punto no nos podíamos despistar ni un minuto. Así que nos lanzamos directamente por el  famoso cono ya de cara al valle con una nieve dura pero estupenda que agarraba bien.


Con alguna parada que otra para disfrutar al máximo la esquiada contimuamos con una nieve cada vez mejor, planchadina y con esa capina suelta que tanto nos gusta porque te permite ir más cómodo que en una pista pisada por máquinas.


Y así seguimos hasta la cota 1.500 aproximadamente donde a partir de ahí la nieve ya había sucumbido al sol de mayo, pero que aún así, tras atravesar algunos regatos y saltar literalmente un par de murias entre los praos llegamos con esquíes hasta el puentín de la !!abana de piedra.


El resto, tras un breve pateo hasta el coche sin dejar de echar una mirada atrás de lo que ya es el "Esturbín for ever and ever....". Todo un regalo en pleno mes de mayo.

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