mi visión de la montaña

Subir montañas es la osadía convertida en humildad, bajarlas es la osadía convertida en gratitud

viernes, 13 de julio de 2012

Torrecerredo (Urrieles)

Vuelvo a un clásico pero no por ello menos atractivo, que no es otro que el techo de la España Cantábrica con mi primo Juan que no conocía las entrañas de Los Picos. Y que mejor que esta ruta clásica pasando subiendo a la vega d'Urriellu para ver el Picu en persona y al día siguiente encaramarse en lo más alto. Casi ná la fartura paisajística que ofrece este menú montañero...Empezamos en la curvona de Sotres para bajar a los invernales del Texu (880 m.), collado Pandébano (1.212 m.), La Terenosa (1.315 m.), Colláu Valleyu (1.540 m.) y vega d'Urriellu (1.953 m.), todo en  medio de la niebla y orbayando. Menos mal que llevé la tienda porque ya me parecía que esta vez el vivac no iba  a ser posible. Así que tras entonarnos con un café en el refugio el tiempo nos dió una tregua lo suficiente duradera para montar la tienda y preparar la fabada para cenar. Como le decía a mi primo "la expedición" iba a ser con todos los detalles, como en los viejos tiempos....


Tal y como anunciaban los pronósticos el tiempo mejoró durante la noche y al amanecer ya podía ver por la ventanina de la tienda la inconfundible paredona de el Picu con la luna en lo alto todavía. Como ocurre a todo aquel que la ve por primera vez desde tan cerca, Juan no fue una excepción y alucinó con el tamaño de la esta legendaria pared. Nos despabilamos fuera y nos tomamos un recio desayuno acorde con lo que comentaba anteriormente mientras era inevitable no fotografiar por enésima vez el precioso mar de nubes que siempre te regala la vega d'Urriellu. Sin prisa, fuimos preparando el macuto para el asalto al Torre, y con ganas de entrar en calor caminando porque aunque sea pleno verano las mañanas allá arriba siempre son frescas. Curiosamente sólo estaba nuestra tienda en la vega y muy poca gente en el refugio, así que mejor!, porque sin bullicio y con un día espléndido íbamos a disfrutar plenamente de Los Picos en su estado más auténtico...


Subimos rápidamente al primer paso importante del día: La Corona del Rasu (2.200 m.) con su entretenida trepada y el Picu a nuestras espaldas. Durante el camino, los reyes de la caliza, los rebecos nos deleitaban con su acostumbrado desparpajo de poder subir como bajar por los acantilados a la misma velocidad de vértigo. Poco tiempo después ya estábamos en el siguiente paso importante del día. La Jorcada Arenera (2.283 m.), desde la cual se dejan ya ver ese dúo inseparable formado por el Picu Cabrones y el Torrecerredo.


Por la sombra de los jous y entre neveros nos fuimos aproximando jou de Cerredo, para comenzar la subida al gigante de los Picos. 


Bordeando dicho jou por el este pasamos rápidamente a una sucesión de trepadas para salvar las distintas gradas hasta llegar al pie del torreón cimero donde comienza la trepada final de unos 100 m. Esta trepada es de lo más entretenida (si no se tiene vértigo), porque aunque sea aérea, tiene buenos agarres para progresar con seguridad.


























...y de repente ya no hay más que trepar y llegamos a la cumbre que nos regala la mejor panorámica posible con un día que ni buscado a propósito. De hecho a mi primo le dio la sensación de estar viendo algo irreal o mejor dicho, los mejores efectos visuales posibles pero a 360º.


Efectivamente el Torrecerredo (2.648 m.) nunca defrauda porque transmite como ninguno la sensación de estar en lo más alto con el mundo a tus pies. 


Nos tomamos un buen rato allí arriba para saborear cada uno de los 1.001 rincones que se divisan desde allí. Durante el descenso, destrepando con cuidado se hace siin problemas. Al subir ya había echado un ojo al nevero final y que también nos vino para bajar un buen tramo con una buena esquiada para refrescar y "relajarse" un poco. 
Una vez en el jou de Cerredo retornamos por el mismo camino encontrando sólo en toda la mañana a 4 montañeros y ninguno en el Torrecerredo, cosa rara siendo con diferencia la cumbre más codiciada por los montañeros que visitan Los Picos.





Una última parada para disfrutar de las inmejorables vistas del Picu Urriellu y su vega, desde La Corona del Raso.


Ya en la vega, justo a la hora de comer, zampamos lo que nos quedaba para quitar peso todo lo posible de las mochilas porque se auguraba un regreso   largo y pesado. 
Una coca-cola medicinal en el refugio y recogimos el campo base para seguir perdiendo altura entre los calores veraniegos hasta llegar a la pista de Pandébano.
Finalmente llegábamos otra vez al coche fundidos pero contentos.

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