
![]() |
![]() |

Subimos rápidamente al primer paso importante del día: La Corona del Rasu (2.200 m.) con su entretenida trepada y el Picu a nuestras espaldas. Durante el camino, los reyes de la caliza, los rebecos nos deleitaban con su acostumbrado desparpajo de poder subir como bajar por los acantilados a la misma velocidad de vértigo. Poco tiempo después ya estábamos en el siguiente paso importante del día. La Jorcada Arenera (2.283 m.), desde la cual se dejan ya ver ese dúo inseparable formado por el Picu Cabrones y el Torrecerredo.
![]() |
![]() |
Por la sombra de los jous y entre neveros nos fuimos aproximando jou de Cerredo, para comenzar la subida al gigante de los Picos.
![]() |
![]() |
Bordeando dicho jou por el este pasamos rápidamente a una sucesión de trepadas para salvar las distintas gradas hasta llegar al pie del torreón cimero donde comienza la trepada final de unos 100 m. Esta trepada es de lo más entretenida (si no se tiene vértigo), porque aunque sea aérea, tiene buenos agarres para progresar con seguridad.

...y de repente ya no hay más que trepar y llegamos a la cumbre que nos regala la mejor panorámica posible con un día que ni buscado a propósito. De hecho a mi primo le dio la sensación de estar viendo algo irreal o mejor dicho, los mejores efectos visuales posibles pero a 360º.
Efectivamente el Torrecerredo (2.648 m.) nunca defrauda porque transmite como ninguno la sensación de estar en lo más alto con el mundo a tus pies.

Una vez en el jou de Cerredo retornamos por el mismo camino encontrando sólo en toda la mañana a 4 montañeros y ninguno en el Torrecerredo, cosa rara siendo con diferencia la cumbre más codiciada por los montañeros que visitan Los Picos.
Una última parada para disfrutar de las inmejorables vistas del Picu Urriellu y su vega, desde La Corona del Raso.
Ya en la vega, justo a la hora de comer, zampamos lo que nos quedaba para quitar peso todo lo posible de las mochilas porque se auguraba un regreso largo y pesado.
Una coca-cola medicinal en el refugio y recogimos el campo base para seguir perdiendo altura entre los calores veraniegos hasta llegar a la pista de Pandébano.
Finalmente llegábamos otra vez al coche fundidos pero contentos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario