mi visión de la montaña

Subir montañas es la osadía convertida en humildad, bajarlas es la osadía convertida en gratitud

sábado, 5 de febrero de 2011

Esturbín

Este gran murallón blanco culminado por el Esturbín junto con los picos Les Robequeres, Pisones, El Rañaoriu y Los Picos de la Liebre, destaca desde media Asturias, bien sea desde la costa como la zona interior. Pero quizá donde mejor se vea es precisamente desde las principales autopistas (Y, minera o autovía industrial) que unen Oviedo–Gijón-Avilés-Langreo y Mieres. Será por ello que tantos años mirando ese paisaje nevado era inevitable buscar la forma de probar esas fantásticas palas.

El viernes, hicimos otra escapada express a San Isidro para catar un poco el percal después de las últimas nevadas.
Caras sur con nieve transformada, cara norte y noroeste nieve polvo. Los días ya crecieron y nos permiten disfrutar de Los Picos con las últimas luces.
Ya está armada!, con un pronóstico de sol para todo el finde, decidimos intentar de nuevo el Esturbín, tal y como manda la toponimia del lugar. Nos preocupaba la cantidad de nieve y la cota tan baja donde aparecía. Y así fue, porque no pudimos pasar más allá del puente donde comienza la pista en el puente El Beyo, 690 m.). Sabiendo lo que queda, la aproximación iba a ser larga, muy larga, y después nos esperaba el gran murallón.



Empezamos con buena nieve para foquear aunque al ganar un poco del altura empezamos a encontrar nieve polvo más profunda con 30 cm. a 900m. El paisaje espectacular, en esta zona solitaria y salvaje (una Alaska en miniatura). Ya asoman el Pisones y Les Robequeres. El Esturbín todavía muy lejos no se deja ni ver...





Por si fuera poco con abrir huella la pista pierde altura para cruzar de nuevo el río. Después de 2 horas se digna a aparece desafiante y en el quinto pino todavía. Pero mejor nos entretenemos con el paisaje y la cantidad y variedad de huellas de los inquilinos del lugar. Poco a poco seguimos remontando con los picos de la Liebre de fondo, y el Esturbín presidiendo.

   


Atravesamos esta braña tan guapa de Cananaturá (1170 m.)


Y con tres horas de aproximación llegamos a un puente pétreo de otra época que nos dá pistoletazo para  el comienzo de la subida propiamente dicha.


Reponemos fuerzas y retomamos la subida. Nada más salir queda claro q los 1000 m. que quedan son sin descanso, y la nevada es considerable puesto que nos hundimos muchos tramos por la rodilla


   

A la cota 1.500 m. Alberto y Patricia renuncian a seguir. Es tarde y la trisca que llevamos es buena. Previamente, me dicen que nos les espere y que tire sólo. Como aparenta cercanía, me animo a seguir pero también sé que es un espejismo y con el tiempo justo y teniendo que abrir una profunda trinchera. El via-crucis particular estaba garantizado. Más aún con unos zuecos como madreñes que se me forman bajo los esquíes.


 

Ganada la collaína Valverde (2007 m.), sólo quedan los 100 m. finales del cono final característico de esta montaña. Aunque todavía me reservaba otra sorpresa-trampa.


Una vez más las distancias engañan y subiendo en diagonal no veo el momento de acercarme a la cumbre. Sin embargo la nieve cambia radicalmente y está muy venteada. Avanzo por donde hay menos de 10 cm. de nieve acumulada sobre nieve dura antigua, pero ya empieza a chillar. Como en esa dirección se veía más acumulación, vuelta maría y cambio el rumbo hacia la zona helada, para ponerme crampones. En ese momento oigo un silbido bajo el suelo que se pierde en dirección a la Estrella de Cuaña que estaba muy cargada, 200 m. más allá. Al momento veo como se dibuja una línea de fractura y suena esa explosión sorda de los aludes y comienza a bajar todo como un rió hasta la base del circo. Menudo espectáculo!!. Pongo crampones para sólo 50 pasos y por fin llego a la cumbre. Por suerte Alberto y Patricia estaban atentos y vieron que estaba lejos del alud.



Son testigos de mi llegada a la cumbre del Esturbín (2.123 m.) ya que su cámara desde muy, muy lejos me sacaron esta foto  en la cima .Una vez arriba, las fotos de rigor y las panorámicas fabulosas hacia todas partes.


Hacia Ubiña y el Aramo. En primer término el collado sobre la Estrella de Cuaña en donde se produjo el alud (zona de sombra).


Hacia la otra vertiente allerana del Esturbín sobre el valle de Llananzanes, Vegarada, S. Isidro y los Picos con el mar al fondo.


Cordal del Rañaoriu y Picos de La Liebre, Peña Mayor , el Sueve y el mar.


Y todo lo q me queda por bajar…Aquí se ve mi ciudad natal Oviedo, bajo el Naranco y el mar Cantábrico omnipresente.
Es muy tarde, las 5 y hay que apurarse en bajar puesto que me llevó 2 horas llegar al coche . Salgo de la misma cumbre, con nieve muy dura para seguir derecho por el cono hacia la zona soleada con una capina de nieve polvo venteada muy buena, tal y como plasmó Alberto desde mucha distancia, mientras disfrutaba este bajadón con nieve polvo impecable resarciéndome después de tanta penalidad.



Una vez en ´la base del circo de cumbres, paso por la braña de Cuaña, después de 400 m. de un estupendo descenso, para continuar bajando sin pararme demasiado a pesar del cansancio. La nieve profunda pero en buenas condiciones me permite avanzar rápidamente hacia el fondo del valle.


La tarde va avanzando pero es imposible no gastar un poco de tiempo para deleitarse con rincones así de mágicos.


Ya en la pista q tras un par de repechos el resto es una bajada contínua a tumba abierta, q me recuerda a las bajadas con la bici hechas otras veces por los mismos lugares en verano. Y con la noche encima llego por fin al coche donde me esperaban Alberto y Patricia
Al mes siguiente y  un año después volvimos de nuevo pero ya pudiendo acercarnos con el todo-terreno de Patri, hasta más allá de la braña de Cananaturá, con lo que la subida se hace mucho más rápida y llevadera. En esta ocasión pudimos disfrutar también de la soleada cara sur del Esturbín, para remontar después y desfogarse con la preciosa cara norte.











No hay comentarios:

Publicar un comentario