mi visión de la montaña

Subir montañas es la osadía convertida en humildad, bajarlas es la osadía convertida en gratitud

domingo, 6 de mayo de 2007

Fuente Dé - Tesorero (Urrieles)

Esta historia comienza porque mi primo Alberto (gran aficionado al ski fuera pista) me llevaba insistiendo desde hace tiempo con probar eso del ski de montaña y de paso aprovechar para conocer algo de los Picos encima de las tablas. Así que con el pronóstico tan bueno, con tiempo bueno y fresco le propuse una ruta convencional partiendo desde El Cable con intención de subir a la Torre Blanca. Total, que una vez en Fuente Dé (1.078 m.) y extrañado de ver tan poca gente nos encontramos con que el teleférico no funcionaba por avería. Primeros cagamentos porque a esa hora era tarde para ir a otros lugares y además fuéramos a donde fuéramos habría que patear y portear de lo lindo… Y puestos a patear se me ocurrió agarrar el toro por los cuernos y optar por la canal de la Jenduda. Se lo propuse a mi primo y lo primera reacción fue: "onde dices que ye ho?, que por ahí se subeeeee?". Entre risas le juré y perjuré que se subía por allí, a pesar de que desde allí sólo se ve un paredón liso y laso. Tiramos pa`rriba a las 11:00 con playeros (los de primo unos puma de esos que son como alpargates)y todo lo demás a la chepa...
Lo bueno de la avería del teleférico fue ver a Fuente Dé en su estado natural sin las aglomeraciones típicas del fin de semana.


Después de algo más de 1 hora, llegamos al inicio de la canal ante los incrédulos ojos de mi primo, ya que el tremendo tajo que se abre en la pared no lo ves hasta llegar al pie del mismo. Dejamos los playeros en una roca y pusimos las botas porque ya empezaba la nieve. Por suerte con suficiente nieve para pasar sin problemas el resalte rocoso donde hay una cuerda para ayudarse.


El ambiente de la canal espectacular, encajados entre paredes y pendiente con buena inclinación....


Por fin ya arriba ( 1.800 m.) tras dos horas de buena saudada, aprovechamos la pausa para tomar algo y disfrutar del paisaje alpino que nos rodea en medio de un día de cielo azul magnífico.

Calzamos los esquíes y ponemos rumbo hacia el refugio de Cabaña Verónica, conectando con el camino habitual.



Ya muy tarde a eso de las 15:15 llegamos al refugio de Cabaña Verónica (2.325 m.). A estas alturas ya empezaba a pasar factura a mi primo la propina de la Jenduda. Sin embargo con pundonor se sobrepuso y aceptó el reto de tirar hacia el Tesorero, descartando la Torre Blanca que queda más lejos. Lo convencí contándole sobre maravillosas vistas que regala este pico tan guapo.

Así que tras dar buena cuenta de la comida que nos quedaba, retomamos la ruta acercándonos cada vez más al objetivo del día. A medida que íbamos ganando altura, nuevos y conocidos picos iban asomando...


...hasta que nos plantamos al pie de la pala final. A partir de aquí, quitamos los esquíes y seguimos andando con piolet y crampones hasta la cumbre. Y una vez arriba pudo comprobar Alberto que no exageraba con el recital de vistas panorámicas....Por primera vez en el día nos podíamos olvidar del esfuerzo acumulado.


Desde el sector del Llambrión, pasando por el sector de Cerredo, Urriellu, Peña Vieja, etc...con un día así y esa luz de tarde, uno no sabía a donde mirar...


Como había continuidad de nieve hasta la cumbre había subído los esquís para bajar por unas viras estrechas y pindias con nieve de dudosa calidad. Muy tarde, a las 18:00, comienzo el descenso con un par de giros expuestos y mosqueado porque no me gusta como suena la nieve bajo las tablas. Sonaba a hueco y antes de entrar en la parte más delicada y estrecha ocurre lo que me temía…. Cede la nieve y con ella un esquí que se me cuela en un agujero. Lógicamente salta la atadura y además se trata del esquí exterior que mira al valle, por lo que inevitablemente me voy al suelo ya que es el que te sostiene en la pendiente. Con este panorama me deslizo rápidamente en un tramo muy corto de tiempo y espacio, arrastrando una manta de nieve conmigo y directo a las llambrias de roca cuando sin darme tiempo a pensarlo en una maniobra de escape me levanto y dando un giro con el otro esquí y pasando literalmente a toda mecha por encima de una pequeña llambria alcanzando así otro campo de nieve a la pata coja y en equilibrio. Una vez parado, pongo el esquí que llevaba arrastrando y con otro giro salgo del fregado rascando las colas por lo estrecho del sitio. En fin, que cuando me giro a ver como bajaba mi primo andando hasta donde había dejado los esquíes con más cara de susto que la mía sólo acierta a decir…me dejas acojonáu, no sé como pudiste hacer eso, tas chifláu. Yo tampoco sé como lo hice pero le dije que a grandes males grandes remedios…


Por lo demás y ya centrados en el resto del descenso disfrutamos como guajes con una nieve muy guapa y un juego de luces y sombras precioso mientras nos pillaba el atardecer por la Jenduda, (la "cojonuda" como la llamó mi primo), esquiando dicha canal.  Acabada la nieve, continuamos con todo el peso a la espalda sufriendo por los pedreros hasta llegar al coche a las 21:00 totalmente molidos. Podía estar bien satisfecho mi primo por este "bautismo de fuego en Picos" con más de 1.500 metros de desnivel directo de subida y otros tantos de bajada.

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