Torres "powder"

No llevamos un mes desde el inicio de temporada y nuestras queridas montañas siguen deparando gratas sorpresas. Ayer, con un día que parecía que no permitiría gran cosa, se convirtió en el mejor de todos...Esta vez  viendo que la meteorología no era muy buena por la mañana, decidimos subir al puerto de San Isidro como otras tantas veces en las que no queremos arriesgar yendo más lejos,... por si acaso hay que darse la vuelta. Comenzamos en La Raya sin saber para donde tirar y es aquí cuando a Damián se le ocurre decir que por qué no el Torres...Reconozco que ni se me había pasado por la cabeza y que tampoco sé negarme a subir las veces que sean esta preciosa montaña que es la "niña de mis ojos"...

Según nos aproximábamos, siempre con el Torres presente en el horizonte, nos sorprendió la calidad y cantidad de nieve que había caído hacía dos noches. 

Claramente por delante iba una buena tropa de esquiadores a tenor de la huella hecha. Esto nos vino de perlas porque avanzábamos muy deprisa y así recuperábamos el tiempo perdido, puesto que habíamos salido muy tarde. Así que, casi sin enterarnos estábamos ya faldeando la montaña cerca de la canal principal. La nieve era cada vez más profunda y nos acordamos del pobre que tuvo que ir abriendo huella.

Por otra parte, el día parecía mejorar. Todo se estaba poniendo tan bien, que parecía que los Dioses nos estaban favoreciendo...

Apuramos la huella trazada hasta el estrechamiento y de ahí para arriba con crampones y piolet. Los esquiadores que iban delante decidieron no pasar de ese punto y se lanzaron hacia abajo dando la sensación de que la nieve estaba tan bien como parecía.

A pesar de la nieve profunda con partes de 40 cm. de espesor, presentaba muy buena cohesión aunque los crampones mordían el hielo de debajo. Con la suerte de cara, el Torres era para nosotros solos y abrimos huella ya ansiosos con un ambientazo alpino magnífico.

Salimos a la cresta cimera por el único sitio que no había cornisa y nos asomamos a la helada y vertiginosa pared norte ante un telón de fondo espectacular con La Cordillera, los Picos y el mar Cantábrico.

Un poco más arriba y sobre una pequeña plataforma bajo los farallones de roca de la cumbre, posamos los esquíes y tras valorar las condiciones renunciamos a la cumbre porque la pequeña escalada pero expuesta con hielo y mixto hasta la cima nos iba a retrasar mucho y no queríamos perder un minuto para disfrutar de las condiciones tan buenas de la nieve.

Comenzó el espectáculo, y tras los primeros tres o cuatro giros medidos por la cresta enfilamos la canal enterrados en nieve polvo. Cualquier comentario que haga se queda corto porque fue un descenso fabuloso. Paramos tres veces para elegir el mejor camino porque la espolvoreada era tal que no dejaba ver bien.

Foto de nuestros garabatos por cortesía de Galerna (Foropicos)

Terminado el festín, hicimos una pausa para comer en la mayá del Torres recreándonos mirando todo lo que habíamos disfrutado esquiando. Como había tiempo todavía, no dudamos en seguir aprovechando la fenomenal calidad de nieve existente, así que optamos por subir a Las Vallinas, que las teníamos muy cerca.

Durante la subida, era inevitable no echar un vistazo hacia atrás....Parecía mentira que estuviéramos allí hace un rato nada más esquiando el empinado canalón del Torres y con esa nieve tan buena.

La luz de la tarde no hacía más que engrandecer el espléndido paisaje, a pesar de conocerlo muy bien...Estaba claro que era nuestro día, porque todo iba sobre ruedas....

Nos lanzamos pues, desde las cornisas de la cara sur de Las Vallinas sobre una nieve polvo igual de buena, liquidando toda la pala de un tirón. Tan guapa estaba, que repetimos subiendo de nuevo para ya con los últimos rayos de sol descender hasta La Raya, completando un día que quedará para el recuerdo, sin duda.